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Cardo corredor o cardo setero
Eryngium campestre L.
Familia: Apiaceae (= Umbeliferae)
Floración: mayo-septiembre
Hábitat: terrenos secos y planos, orillas de los caminos, campos de cultivo abandonados
Hierba espinosa muy ramificada que no alcanza portes superiores a los 70 centímetros. Sus raíces, sin embargo, pueden llegar a los 5 metros de largo. Son estas raíces, cuando se pudren, las que aprovechan para medrar la seta de cardo (Pleurotus eringii), de gran valor culinario y muy apreciadas por todos. De ahí toma esta planta el nombre de cardo setero.
Se trata de una hierba perenne que muere después de reproducirse, quedando latente la raíz hasta la primavera siguiente, de la que vuelven a brotar el tallo y las hojas. Una vez que ha fructificado, el viento la arranca del suelo y la arrastra de un sitio a otro, favoreciendo que sus semillas se suelten y dispersen. Este fenómeno es lo que otorga a esta planta el nombre de cardo corredor.
Sus hojas tiernas y su raíz se pueden consumir en ensaladas (tienen propiedades diuréticas). Con estas mismas partes, bien machacadas, se hacía un emplasto que se ponía sobre la picadura de la víbora, no sin antes haber practicado unas incisiones con las espinas alrededor de la picadura para chupar la sangre. Tradicionalmente la raíz también se utilizó para el tratamiento de la perlesía (parálisis y temblor), las llagas en las piernas y el dolor de muelas. No obstante, y a pesar de su asociación con la seta de cardo, este cardo es considerado como una mala hierba y se elimina cuando invade terrenos dedicados al pastoreo y el forraje. Cuando se seca se utiliza como adorno.
La creencia popular dice que una ramilla de cardo corredor colocada en la gorra o el sombrero del agricultor previene contra las escoceduras. También se cuenta que, si un lagarto ha sido picado por una víbora, correrá a restregarse en un cardo corredor para neutralizar el efecto del veneno. FAJARDO y colaboradores (Etnobotánica de la Serranía de Cuenca. Las plantas y el hombre) recogen un curioso dicho popular:
Si tu madre no me quiere, ni tú tampoco,
con un cardo setero, ráscate el jopo.