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La hierba de la bella mujer

Botánica

Aún durante este mes de septiembre es posible encontrar esta hierba en plena floración, ocupando orlas de bosques, pies de roquedos y barrancos, casi siempre en lugares sombreados. Me refiero a la belladona (Atropa belladonna L.).

Se trata de una planta perenne muy ramificada que supera fácilmente el metro y medio de altura, con hojas ovadas dispuestas por parejas, una grande y otra pequeña. La flor es grande y péndula, de color morado y forma acampanada, y desprende un característico mal olor. El fruto es una baya negra y brillante al madurar. Pero lo que más llama la atención de la belladona es su enorme toxicidad, llegando a provocar la muerte, por su contenido en atropina, hiosciamina y escopolamina. Toda la planta es venenosa, especialmente la raíz y el fruto. Tiene efectos narcóticos, paraliza los músculos involuntarios y aumenta la frecuencia cardiaca. Su toxicidad es mayor incluso que sus parientes el beleño blanco, el beleño negro o el estramonio.

Y, sin embargo, la atropina tiene aplicaciones en medicina a dosis pequeñas, por ejemplo, para dilatar la pupila y permitir el examen ocular. No obstante, los oftalmólogos prefieren el uso de otros productos ya que la atropina hace que el paciente pueda presentar visión borrosa durante un tiempo.

Para entender esto mejor, empecemos por analizar su nombre. El genérico Atropa deriva del griego Átropos, lo inmutable, lo inexorable, lo inevitable. Átropos era un ser mitológico encargado de cortar el hilo de la vida de los mortales y era representado sosteniendo una tétricas tijeras.

Por otro lado, existe una anécdota referida a los nombres común y específico de esta hierba. En cierta ocasión, una mujer italiana ingirió extractos de belladona para aprovechar esa propiedad de agrandar las pupilas de los ojos, algo supuestamente considerado atractivo por los hombres, y que les hacía parecerse a los frutos de la belladona. Recordemos en este punto que la palabra belladona significa mujer hermosa en italiano.

Font Quer recoge el de tabaco borde como uno de los nombres con los que es conocida la belladona en Cataluña, "lo cual indicaría la rareza de la planta en España". De hecho, su distribución geográfica se concentra en el cuadrante noroccidental de la Península. Los ejemplares que aparecen en las imágenes fueron encontrados en la Hoz del Tejo (Collados) y en Lagunillos. Sobre la capacidad de dilatar la pupila del ojo, Font Quer señala esta sencilla comprobación: "El curioso podrá experimentar esta facultad de la belladona sin peligro alguno y de manera concluyente con solo disponer de un gato y de la planta. Bastará que eche una gota del zumo morado que suelta el fruto en un ojo del gato; o una gota del jugo de las hojas machacadas. Al cabo de un rato verá cómo se ha dilatado enormemente la pupila del ojo así tratado, al paso que la del otro permanece inalterada; y el fenómeno es más notable a pleno sol, porque es cuando el ojo normal tiene más reducida la niñeta. (...) De esta propiedad sacan partido los facultativos en los exámenes oftalmológicos."

Más adelante continúa Font Quer señalando las propiedades terapéuticas de la belladona: "Se hace uso de la belladona, así como de los alcaloides de la misma, contra la incontinencia nocturna de la orina, la hidropesía, los sudores nocturnos de los tísicos, la secreción excesiva de ácido clorhídrico en el estómago (hiperclorhidria), la úlcera duodenal, para detener la secreción láctea, etc. Se usa asimismo contra el mareo, para combatir el asma (cigarrillos antiasmáticos de 1 gr. de picadura de la hoja en cada uno), la tos convulsiva, etc."

En algunos pueblos de la Serranía se utilizaba la belladona para curar las anginas y paperas. Para ello, se cocían las hojas y se machacaban, haciendo con el resultado un emplasto que se ponía en el cuello. En otros se conocía la planta como venenos, ya que, al comer sus frutos, "sales loco". Vamos, una maravilla de la medicina, si no fuera por el peligro que supone su uso incontrolado, que puede provocar intoxicación grave, el coma y la muerte por parálisis respiratoria.