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Blog

El amigo de los animales

Divulgación

Siempre he confesado mi admiración por Félix Rodríguez de la Fuente y lo mucho que ha inspirado mi trayectoria. Pero nunca le había dedicado una entrada en los más de dos años que llevo alimentando esta sencilla ventana abierta a la educación y el entorno. El problema es que poco puedo añadir a los que le conocieron más que quienes tuvimos la fortuna de crecer con sus documentales, esos que quizá ahora se puedan superar técnicamente, pero no desde la óptica del conocimiento y el amor hacia la vida en contacto con la naturaleza.

Benigno Varillas, fundador y director de las revistas Quercus y El Cárabo, así como de la Asociación de Amigos de la Naturaleza o de Greenpeace-España, entre otras, escribió en 2010 una completa biografía de Félix, la primera autorizada, en la que pretendía desvelar “que entre nosotros habitó un hombre paleolítico, superviviente a diez mil años de devastación. Guardián de viejos secretos y códigos, que rescató del olvido saberes esenciales para afrontar el futuro de la especie humana”.

“Su trayectoria —se añade en el libro de Varillas— fue un intenso y apasionante esfuerzo por descifrar el sentido de la vida, pero pocos conocen su labor de mensajero del pasado y del futuro, ya que su popularidad como «el amigo de los animales» eclipsó que este inolvidable personaje se interesó también, tanto o más que por la fauna, por identificar las claves según las cuales el hombre primitivo estableció una armonía con el entorno durante millones de años adelantándose así a su tiempo, intuyendo toda una serie de conexiones entre él mismo y los demás seres vivos.”

Su hija Odile, que dirige la Fundación que lleva el nombre de su padre, trata de mantener viva la llama de la ética ambiental que encendiera Félix y que debería ser el centro de toda actividad humana. Ella nos recuerda de vez en cuando la necesidad de realizar esfuerzos desde el mundo de la educación y la comunicación para “naturalizar” al ser humano y mejorar su relación con la naturaleza.

Menos aún puede agregarse a lo que él mismo escribió o dijo a través de las ondas de radio, palabras que siguen tan vivas como si hubieran sido pronunciadas ahora. He aquí unas muestras:

“La humanidad debe desembarazarse de su concepción antropomórfica de la naturaleza, que le hace considerar como buenas las especies que se someten a su voluntad o no atentan contra su organización, y destruir despiadadamente a las otras. (…) Todas las especies que se han especializado mucho terminan siendo víctimas de su especialidad. (…) El hombre se ha especializado en la guerra y su especie, de seguir así, puede terminar siendo víctima de un gigantesco autoexterminio. Por eso el hombre debe regresar a la naturaleza.”

“Sólo el amor a la naturaleza, la pasión por la vida y la certeza de que formamos parte una comunidad total que va desde la bacteria al hombre, nos dará fuerzas para defender el único hogar que tenemos: un pequeño planeta perdido en una galaxia remota al que hemos dado en llamar Tierra.”

“El hombre forma parte de la naturaleza. El hombre está integrado en los ecosistemas, sobre todo en los ecosistemas europeos, de viejas civilizaciones, de tal manera que es absolutamente imposible hablar de la naturaleza y de la ecología sin hablar también del hombre (...) Nuestros parques deben ser parques con el hombre dentro.”

“El hombre no es un ovni venido de una lejana galaxia; El hombre es un poema tejido con la niebla del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo y el rugido del león.”

Sirvan estas líneas como sincero homenaje a su figura y su obra, crecientes con el paso del tiempo, en la fecha en que se recuerda su nacimiento y su muerte, 14 de marzo, pero sobre todo para reconocer la profunda huella que ha dejado y sigue dejando entre nosotros.