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Esclerofilia

Divulgación

El bosque mediterráneo cuenta con los géneros Pinus y Quercus como principales exponentes de una vegetación obligada a adaptarse a las particulares condiciones climáticas del entorno, concretadas en frío invernal, irregularidad en la distribución de las precipitaciones y, sobre todo, coincidencia del periodo de máxima sequía con el mayor rigor de los calores estivales.

¿Cómo pueden superar estas y otras plantas situaciones tan adversas? Mediante la posesión de un potente sistema radical tanto en superficie como en profundidad que les abastece de forma eficaz de los recursos necesarios. Pero cuando la falta de agua se acentúa, la única solución es reducir al máximo la evaporación. Para ello utilizan la esclerofilia (del griego scleros, duro, y phyllon, hoja) como principal estrategia, encaminada a lograr un riguroso control de la economía hídrica y los nutrientes.

Las hojas, ya sean planas o aciculares, presentan una gruesa cutícula para reducir al máximo la pérdida de agua durante los periodos secos. Bajo la cutícula se alinean varios estratos epidérmicos, a veces lignificados, y los estomas se concentran en el envés, evitando así la exposición directa del sol. Además, suelen presentar capas de pelos —que constituyen un delicado escudo de aire húmedo—, escamas o ceras que reflejan la luz solar y reducen el calentamiento, dificultando así la pérdida de agua. A veces también se sirven de la formación de espinas y aguijones que tratan de disuadir a los herbívoros de su consumo, pues la pérdida de masa foliar supone un enorme gasto energético. Otras producen secreciones que se volatilizan con el calor (es el caso del perfume de las aromáticas o el ládano de las jaras).

Jara pringosa (Cistus ladanifer)

 

Todo ello se traduce en una baja eficacia fotosintética, a pesar de sus altos niveles de clorofila, que, en el caso de la encina, se compensa con la perennidad del follaje y una mayor superficie foliar que en especies caducifolias. En las primeras horas, cuando el calor no es excesivo, la actividad fotosintética es intensa; al mediodía se produce un cierre generalizado de los estomas para evitar la pérdida de agua, y la actividad se recupera algo por la tarde

Otra estrategia consiste en hacer que las hojas externas de la copa, las que están más expuestas al sol, presenten una marcada lobulación que ayuda a su refrigeración. Estas hojas se calientan mucho y sus estomas permanecen cerrados para reducir la transpiración. También suelen ser más pequeñas que las hojas de interior (las “de sombra”), que son más redondeadas, de bordes enteros y con menor recubrimiento aislante.

Melojo (Quercus pyrenaica)

 

En definitiva, la rentabilidad fotosintética del sistema es aproximadamente la mitad que la de un bosque planocaducifolio, pero por el contrario puede soportar dilatados periodos de sequía, una extraordinaria luminosidad, temperaturas estivales muy elevadas y fuertes fríos invernales o heladas tardías.