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Herramientas para mejorar el entorno
Los medios de comunicación, principalmente las revistas especializadas en naturaleza y jardinería, nos ofrecen multitud de formas de gastar el dinero en la mejora del hábitat. Esto podría llevar a muchos a creer que la única forma de conseguir un lugar paradisíaco y ahorrar grandes cantidades de dinero es gastando grandes cantidades de dinero, pero esa no es la única forma de mejorar el hábitat para la vida silvestre. Si bien la mayoría de los anuncios sobre gestión del hábitat sugieren que estas herramientas son cruciales para el éxito, hay muchas maneras de mejorar el entorno y proporcionar la cobertura y los alimentos que necesita la vida silvestre.
Es posible que los productos alimenticios, los equipos especializados y las mejoras de hábitat de gran presupuesto estén más allá de nuestra capacidad económica. Los complejos nutritivos pueden atraer la vida silvestre, pero es probable que las hierbas, las semillas, las frutas y el ramoneo tengan la solución. Y lo interesante de este asunto es que a menudo no es necesario comprar una sola semilla, solo crear las condiciones adecuadas para que florezcan las especies propias del entorno y luego dejar que hagan su trabajo.
En la primera mitad del siglo XX el pionero conservacionista Aldo Leopold reconoció que había herramientas y técnicas básicas para mejorar el hábitat para la vida silvestre. En su trabajo fundamental Game Management —que aún no nos ha llegado en castellano, pero que bien podría traducirse como Gestión de la vida silvestre—, Leopold escribió:
“La tesis central de la gestión de la vida silvestre es la siguiente: la vida silvestre puede restaurarse mediante el uso racional de las mismas herramientas que hasta ahora lo han destruido: hacha, arado, pastoreo, fuego y arma”.
En un momento en que muchas poblaciones de vida salvaje estaban en su punto más bajo, reconoció que una herramienta utilizada de forma inapropiada es peligrosa, mientras que esa misma herramienta, utilizada correctamente, puede ser beneficiosa. Estas herramientas identificadas hace casi 100 años todavía forman el núcleo de nuestra caja de herramientas de gestión de hábitat en la actualidad.
Para comprender cómo podemos beneficiar a la tierra y su flora y fauna nativas, abramos la caja de herramientas y echemos un vistazo más de cerca a cada una y distingamos su uso adecuado. El hacha representa nuestra capacidad de modificar el hábitat eliminando o alterando la vegetación leñosa. Usando el hacha y sus sustitutos o variantes (motosierra, desbrozadora, tijeras de podar), podemos modificar los hábitats para favorecer el crecimiento de una gran diversidad botánica, aumentar los recursos alimenticios para los animales, promover la salud del bosque y eliminar las especies invasoras. Las técnicas de gestión del hábitat relacionadas con el hacha incluyen la mejora de las parcelas forestales, el refuerzo de los setos y la extracción planificada de madera.
El arado se relaciona con el uso de utensilios para cambiar las comunidades de plantas de la etapa avanzada, sistemas dominados por plantas perennes a comunidades más jóvenes con más especies de plantas anuales. Se usa con mayor frecuencia en comunidades herbáceas y generalmente incluye el uso de un disco, pero también podría incorporar el uso de una excavadora y otras herramientas de uso manual como azadas de diversos tamaños. Los gestores del hábitat recomiendan los terrenos de mayor diversidad vegetal para la vida silvestre. El arado y sus variantes pueden ser herramientas importantes para promover las comunidades de plantas que favorecen la presencia de especies como conejos, liebres, perdices, codornices o ungulados.
El pastoreo, representado por la vaca, la cabra y la oveja, puede resultar beneficioso en la eliminación de la cubierta arbustiva y herbácea, la lucha contra la erosión, la sobrecarga de nutrientes y la pérdida de diversidad. De esta manera se convierte en un poderoso aliado para la gestión del hábitat. Muchos de nuestros ecosistemas evolucionaron en presencia de bisontes y ungulados. Hoy han sido reemplazados por el ganado. Y si bien el comportamiento bovino, ovino y caprino puede ser algo diferente de los pastores de siglos pasados, los efectos generales pueden ser positivos ya que el pastoreo, aplicado adecuadamente, puede alterar el dominio de las plantas, reducir la acumulación de paja, reciclar nutrientes y esculpir la estructura vegetativa sin perder su equilibrio natural.
Ninguna otra herramienta a nuestra disposición tiene el potencial de ser tan rentable y costosa al mismo tiempo que el fuego. Desempeñó un papel integral en el desarrollo de las praderas, los claros y los bosques, y su uso por los primeros agricultores mediante la sucesión de tala y quema resultó en comunidades de plantas que eran diversas, robustas y atractivas para decenas de especies de vida silvestre. El fuego elimina la paja, restablece el calendario de sucesión, atrae a los herbívoros al nuevo crecimiento y retrasa ciertas especies mientras mejora otras. Los gestores expertos saben que el fuego puede ser la herramienta de gestión más barata, pero también puede ser peligroso y muy costoso si no se hace correctamente.
En los días de Leopold, la caza comercial no regulada provocó la extinción de algunas especies y amenazó el destino de otras. En nuestras latitudes sucedió lo mismo, pues durante décadas se disparaba a todo lo que se movía —todavía quedan restos de semejante práctica—. Gracias a las leyes de gestión que establecen las estaciones y los límites de lo que los cazadores pueden abatir, así como a la ciencia de la vida silvestre que continuamente refina e informa las decisiones de gestión, hoy disfrutamos de poblaciones robustas de varias especies de vida silvestre. De hecho, cerca de las áreas urbanas un exceso de algunas especies, como el gamo y el jabalí, puede afectar negativamente los hábitats. En estos casos, puede ser necesaria la caza regulada para frenar el crecimiento de la población y recuperar el equilibrio.
Esta gestión de hábitats proporciona una diversidad de plantas para satisfacer las necesidades dietéticas y de cobertura de la vida silvestre. Mediante complejos comerciales monoespecíficos, las malas condiciones de crecimiento (por ejemplo, sequía, inundaciones) pueden dejarlo con poca o ninguna producción. Pero el uso de un enfoque basado en la promoción de la diversidad proporciona un seguro incorporado contra el fracaso. En una comunidad con muchas especies de plantas, siempre habrá algunas que producen, independientemente del clima. En la diversidad está el éxito.