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Las criaturas se disfrazan y nos sobresaltan
Como si tuviéramos cierta atracción por sentir miedo, por asustar a otros o que otros nos asusten, vamos y dedicamos un día al año a disfrazarnos, a dar sustos, a celebrar el terror, a ver películas que no permiten relajarnos, a vivir la angustia. Y como si algunos animales supieran de qué va el asunto, se han empleado a fondo para modificar su aspecto, su forma, su color… para amedrentar a sus posibles depredadores o potenciales víctimas —24 horas al día, 365 días al año—. Parece que la evolución se ha servido del engaño para alcanzar el éxito, que algunas especies han ido ofreciendo pistas falsas para culminar sus ciclos vitales. ¿Naturaleza corrupta? No, eso habrá que dejarlo para los humanos. Se trata de supervivencia. La inmensa mayoría de la biodiversidad no está corrompida por intereses deshonestos.
Las plantas han logrado un sofisticado nivel de virtuosismo en el complejo arte de la mímesis. Algunas orquídeas, por ejemplo, son auténticas especialistas del engaño, hasta el punto de hacerse pasar por insectos o arañas. Es el caso de Ophry scolopax y Ophrys lutea, con ilustrativos nombres comunes como flor de araña o abejera, la primera, y abejera amarilla o flor de abeja amarilla, la segunda.
Y no es por capricho, pues sus estrategias de reproducción se las traen. Ambas poseen un aspecto físico que trata de imitar al de una abeja, pelos incluidos, de modo que cuando algún incauto macho las detecta, cae inocentemente en la trampa, se posa sobre una ellas con la intención de copular y solo consigue que su cuerpo quede impregnado de polen, así que, al desplazarse a otra flor de la misma especie, lo que está haciendo en realidad es favorecer la reproducción de la orquídea, no la suya.
Las plantas, empeñadas en asombrarnos con su diversidad y complejidad, muestran sus habilidades para sobrevivir practicando esa extraña estrategia de imitar el aspecto de otras con el fin de protegerse de los herbívoros. Se ahorran así unos recursos que, de otra forma, tendrían que destinar a generar sustancias tóxicas u otras defensas. La ortiguilla (Lamium purpureum) y la ortiga muerta (Lamium amplexicaule) son buenos modelos. Sin tener relación alguna con la urticante ortiga (Urtica dioica), llegan a parecerse tanto a ella que logran evitar ser consumidas por los fitófagos.
Vayamos al reino animal. La pequeña araña zodarion es capaz de matar hormigas que son cuatro veces mayores que ella. ¿Cómo lo consigue? Haciéndose pasar por una de ellas, se infiltra en las filas de los insectos para cazar. Camina con seis patas y levanta el primer par simulando que son antenas. Cuando llega el momento, ataca y su veneno provoca los efectos deseados. Ya solo queda dar cuenta del sorbete de hormiga. Este vídeo nos lo muestra (está en portugués, pero el lenguaje de la Naturaleza es universal):
El pez piedra es tan tímido que trata de pasar desapercibido, hasta el punto de hacer creer a otros peces que es una piedra. Pero no se hacen una idea de la voracidad que oculta hasta que… Ya es tarde para comprobar que es el pez más venenoso del mundo.
Acerquémonos a nuestro entorno y descubramos la variada pasarela de disfraces que nos aguarda. La coloración del saltamontes, por ejemplo, es capaz de imitar el aspecto del lugar en que vive. ¿Por qué el de la izquierda es verde y el de la derecha pardo moteado?
Este insecto usa un traje no para sobresalir, sino para integrarse en su entorno. El saltamontes puede imitar la rama del junco y colocarse en el mismo sentido que la planta; se disfraza para parecerse a ella. Al permanecer perfectamente quieto, el patrón en su parte posterior se funde en la rama en que se encuentra. Otros hacen lo propio para no destacar entre las piedras del suelo, pero entonces la tonalidad de su cuerpo es parda. Y lo mismo cabría decir de la cigarra: se deja oír —su estridulación es la más sonora de la Naturaleza—, pero cuesta un mundo descubrirlo en la corteza del árbol, porque se calla cuando nos acercamos.
Este tipo de camuflaje adaptativo permite al insecto ocultarse a la vista de sus posibles presas, pero también le ayudará a no convertirse en el sabroso menú de un depredador.
La imagen que vemos a continuación puede asustar al más pintado.
Fuente: www.upsocl.com
Es la oruga de una mariposa del género Papilio. Las grandes manchas oscuras son falsos ojos llamados “manchas oculares”, que son suficientes para engañar a cualquier depredador que no quiera meterse con una potencial serpiente. Esta oruga usa su disfraz para ahuyentar a los depredadores, engañándoles y haciéndoles creer que hay una serpiente reptando sobre la rama. Una sencilla pregunta: lo que vemos en primer plano, ¿es la cabeza o la cola? Bueno, si hemos contestado lo primero… nos equivocamos. Las falsas manchas oculares se encuentran en la parte posterior de la oruga, y cuando se ve amenazada inflará su cuerpo para que se asemeje a una serpiente. Incluso imitará su movimiento, contoneándose y proyectando su “cabeza” rápidamente para mantener la mascarada.
Si hubiera que elegir rey o reina del baile de disfraces, probablemente el título recaería sobre el camaleón. Las rayas, manchas y colores no son un problema para este parsimonioso reptil, que puede cambiar su aspecto de verde, marrón, azul, amarillo, rojo a incluso naranja brillante para pasar desapercibido según el entorno en que se encuentre. Los investigadores aún no están totalmente seguros de la razón que hay detrás del cambio. ¿Es para que puedan esconderse de los depredadores? ¿o para advertir de su presencia a otro camaleón? Tal vez no puedan controlarlo, que solo sea un reflejo inconsciente de sus procesos internos. Posiblemente podría ser una combinación de factores. Cualquiera que sea la razón, esta criatura no necesita usar nada más para conseguir un disfraz.
Fuente: www.listas.20minutos.es
Para muchas personas, los disfraces son una excusa para divertirse, pero no para estas criaturas. En la naturaleza, estos disfraces son esenciales para la supervivencia, ya sea asegurándose de obtener su próxima comida o que no terminen siendo la de otros. Si decides vestirte, inspírate con la abundancia de disfraces encontrados en el entorno.