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¿Por qué es tan bonito el gamo?
En cierta ocasión me encontraba visitando el Palacio de Riofrío, en tierras segovianas, una casita de campo para reyes rodeada por un dilatado bosque de más de 600 hectáreas. Me llamó la atención la abundancia de gamos en esas tierras, animales que no rehusaban la presencia humana. Tal vez aprendieron con el paso del tiempo que estaban seguros de no ser perseguidos con afanes venatorios, como lo fueron siglos atrás, pues ese y no otro era el motivo de su presencia en aquella finca de caza. O acaso hubiera más razones que explicaran esa circunstancia.
Ciertamente el gamo (Dama dama) ha despertado en el hombre un inusual interés por la belleza de su piel moteada, la potencia de sus cuernas palmeadas, su mansedumbre y su capacidad para alimentarse de pasto, lo cual exige nulos recursos económicos. Así, lo mismo que ha habido a lo largo de la historia reyes y señores feudales que han sabido adornar sus palacios y posesiones con toda suerte de animales bellos -pavos reales, tigres, faisanes-, las gentes de alcurnia desde la Edad Antigua introdujeron al gamo como una de los elementos decorativos de sus jardines y casas de campo. De esta forma poco frecuente, el gamo ha visto incrementarse su área de distribución gracias a la intervención humana, tan negativa en tantos otros casos.
Los griegos comparaban la piel manchada del gamo con el cielo estrellado y los romanos lo llevaron a todas las provincias occidentales de su vasto imperio, Hispania entre ellas. Ya en la Edad Media no había señor que no deseara demostrar su poder a base de castillos y palacios donde se criaba plácidamente el gamo como elemento decorativo y objeto de caza.
Pero no debemos caer en la tentación de pensar que el objetivo del gamo al exhibir su belleza es servir de atracción turística o ser más fácilmente abatido. La razón de su belleza es otra. Cuando el animal está pastando en la pradera se confunde perfectamente en el paisaje, de forma especial en los juegos de luces y sombras del bosque. Las manchas blancas de su pelaje —que no tiene durante todo el año— resultan, por tanto, muy útiles para su camuflaje y su supervivencia. Entre los miembros de su especie, no obstante, esas mismas manchas sirven para llamarse la atención unos a otros, facilitando la relación social. Es útil tanto para congregarse en el rebaño como para dispersarse en caso de peligro. Y para esto también es importante el llamativo escudo anal, que utilizan a modo de semáforo en situaciones de alarma. Las cuernas, por su parte, han de ser imponentes para demostrar el vigor necesario en la lucha por la continuidad vital.
Así pues, en respuesta a la pregunta que encabeza esta entrada, que me hago cuando comienza ese estado de excitación, de búsqueda de la persistencia que es la ronca, y más allá de la subjetividad que encierra, podemos concluir que el gamo es bello por pura necesidad, para hacer frente a los desafíos que propone la supervivencia.