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Amigo perro
Hace poco tuvimos ocasión de leer un artículo en el que se sugería que la domesticación del perro tuvo su origen en un cambio de su alimentación: la escasez de presas les obligaría a acercarse hasta los vertederos humanos donde encontraron todo tipo de residuos, con los hidratos de carbono como base. De esta forma, comenzaron a depender del hombre y, probablemente, a no verlo como presa o depredador. El propio artículo señala que “hasta ahora, la opinión dominante defendía que el perro moderno evolucionó a partir de los lobos que los cazadores amaestraron para que les ayudaran a atrapar y recoger presas”.
En realidad, aún faltan muchos datos y fósiles para poder afirmar de forma categórica cómo fue la domesticación del perro. Esto significa que aún tendremos que enterarnos de nuevas versiones que se contradigan entre sí, como sucede ahora. Porque, si tal como desvelan los hallazgos arqueológicos, en las cuevas se han encontrado restos fósiles de perros, siendo los más antiguos de hace unos 14.000 años, ¿cómo es posible que ahora se sitúe el origen de su domesticación cuando los lobos empezaron a hurgar entre la basura de las primeras granjas? Y sin embargo, esto podría estar más de acuerdo con quienes sitúan la domesticación del perro hace unos 11.000 años.
En cualquier caso, no soy quién para cuestionar las informaciones que nos van llegando, pero la curiosidad tiene un enorme poder. En la literatura científica encontramos una notable versión nacida de la prolífica imaginación de Isaac Asimov (Cronología del mundo, Ariel Ciencia, Barcelona, 1992), cuyas obras recomiendo encarecidamente. “Yo opino —dice Asimov— que los responsables fueron los niños. En efecto, un niño puede entablar una relación estrecha con un cachorro abandonado o recogido tras el exterminio de su madre, bien como autodefensa, bien como alimento. Una vez anudado el vínculo, el niño podría oponerse a que el cachorro fuera devorado, y los padres accederían.
”Pronto se habría puesto de manifiesto que los perros, al ser cazadores y gregarios, aceptaban a un humano como jefe de la manada. El perro iría de caza con su dueño, le ayudaría en la persecución y la muerte de la presa, y aguardaría a continuación a que el ser humano tomara lo que deseara, y quedaría satisfecho compartiendo con él una pequeña parte de lo cobrado”.
Las repercusiones de esta primera domesticación fueron importantes, ya que pudo sugerir la idea de aplicarla a otros animales. Hace 12.000 años tal vez las cabras fueron domesticadas en el Próximo Oriente. De ellas obtendrían, aparte de su carne, leche, manteca y queso. El hombre había descubierto una forma de almacenar alimento —mediante rebaños de animales domesticados— y de tenerlo disponible para su uso sin necesidad de salir de caza. Esto supuso un gran incremento de la seguridad y permitió que la población aumentara. Se estaban preparando los cimientos de la primera gran revolución de la humanidad: el Neolítico.