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Adelanto de actividad

Interpretación de la Naturaleza

Muchos días de primavera quisieran parecerse a estos que hemos vivido últimamente, tan engañosos, de finales de invernada. Un poco embusteros, que nos han hecho confundir la vestimenta. Algo menos de abrigo habría estado mejor en determinadas jornadas. El sol anda ganando su pelea diaria con las sombras y prolonga la luz hasta horas en que no hace tanto era de noche. El paseo se hace más agradable bajo el dosel arbóreo que en camino abierto. Algunos diminutos narcisos asoman tímidamente en la pradera, húmeda y reblandecida una vez que el tempranero rocío ha recibido la cálida caricia del sol. Las flores de delicados estandartes dorados admiran ufanas su belleza y pregonan su orgullo a los cuatro aires. Parece que los insectos comparten esta opinión. Pero si han de nutrirse con lo que aportan los narcisos, lo van a tener complicado. Algo más deben encontrar en otros lugares.

 

Narcissus eugeniae

 

Esto ya se veía venir hace tiempo. Las moscas persisten en su empeño de dar la murga hasta más allá de mediado el otoño, incluso en algunos bonancibles días de invierno, cada vez más numerosos. Ahora, ya a punto de fenecer la estación glacial —así era antes, al menos—, muchos insectos parecen asomar la cabeza para ver cómo va la cosa y adelantan su calendario de actividades, sabedores, tal vez, de que también lo hacen algunas plantas, esas que parecen tener cierta prisa por la continuidad. Hepáticas, avellanos, brezos, almendros, romero y caléndulas se ponen en cabeza de esta carrera por el color y los aromas.

 

Hepática (Anemone hepatica)

 

Tememos, no obstante, que esta descontrolada, acaso caótica agenda pueda conllevar ciertas consecuencias a la polinización y a la reproducción de las abejas, mariposas o escarabajos, sus principales visitadores. Sobre todo, teniendo presente la corta duración de su vida. Quizá estos animales debieran retornar a su acostumbrado calendario vital, pero las flores no se lo ponen fácil. Parece que vivamos una época de desencuentro con las flores, aunque ni unos ni otras se renuevan de manera uniforme. Y los efectos secundarios afectan a otros miembros de la comunidad de vida. El comienzo de la actividad polinizadora adelanta la presencia de aves insectívoras, que regresan o despiertan cada año más pronto. Daños colaterales.

Ignoramos a qué se debe todo esto, pero el clima cambiante ha de tener alguna explicación. Tampoco sabemos si estos adelantos de actividad persiguen alguna adaptación a las condiciones del entorno. Todos los componentes de la gran cadena de la vida han de encontrar las mejores oportunidades de supervivencia. Son claros ejemplos de cómo se entrelazan vidas en la Naturaleza, cómo esas vidas forman parte indisociable de un ciclo al que estamos vinculados, nosotros también, por más que sigamos echando en falta un compromiso más evidente.

 

 

El vuelo de las abejas y otros insectos a finales de la invernada proporciona una estampa sonora y cromática que no debe hacernos olvidar el peligro que supone para su propia continuidad y la de sus socios vegetales.