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Las ratas

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Puede que los años sesenta fueran una buena época para el desarrollo económico en España, pero la agricultura castellana lo pasó mal, muy mal. Cuenta Miguel Delibes que siendo director de El Norte de Castilla se volcó en una campaña a favor de las reivindicaciones de los campesinos, campaña que no fue bien vista por el poder central, que presionó hasta lograr que el periódico vallisoletano moderase su tono. Por aquel tiempo conoció Delibes a un personaje peculiar que vivía de cazar ratas de agua que luego vendía. Aquello le pareció un símbolo del atraso y la pobreza extrema de Castilla, y su irritación le llevó a escribir una novela con este tema.

Así nació Las ratas, una historia que se desarrolla a lo largo de un año en que las fechas están marcadas por el santoral y el refranero, no por el calendario. El personaje central es el Nini, un niño de once años con unos conocimientos de la Naturaleza y los elementos que bordean lo sobrenatural. De hecho, todos en el pueblo le consultan antes de sembrar o recoger la cosecha, si vendrá un pedrisco o si helará. Como única compañía cuenta con su padre, el Ratero, con el que vive en una cueva a las afueras del pueblo, con su perra y el apego por el campo que le rodea. Pero su sabiduría no era ciencia infusa ni procedía del diablo, como llegaron a pensar algunos, sino de la experiencia de sus abuelos y sus infinitas ganas de saber. Uno de ellos era el tío Rufo, el Centenario. Así cuenta Delibes en su novela cómo era esa avidez por el conocimiento del niño, que ya debemos catalogar como de otra galaxia:

El Nini, sentado junto a él en el poyo de la puerta, no reparaba en sus movimientos nerviosos. A veces ni siquiera decía sí o no, pero al Centenario le estimulaban sus ojos expectantes, su inquisitiva atención y, en su caso, el aplomo maduro de sus preguntas y respuestas.

(…) De este modo aprendió el Nini a relacionar el tiempo con el calendario, el campo con el santoral y a predecir los días de sol, la llegada de las golondrinas y las heladas tardías. Así aprendió el niño a acechar a los erizos y a los lagartos, y a distinguir a un rabilargo de un azulejo [carraca] y una zurita de una torcaz.

A pesar del entorno degenerado y mezquino que le rodea, el Nini es un buen muchacho que trata de ayudar a los demás y se preocupa por mitigar el daño que infligen los furtivos. Todos acuden a él en busca de consejo y él trata de atender todas sus demandas:

Sin embargo, este año, el tiempo continuaba áspero por Santa María Cleofé [24 de abril], pese a que el calendario anunciara dos semanas antes la primavera oficial. Unas nubes altas, apenas tiznadas, surcaban velozmente el cielo, pero el viento norte no amainaba y las esperanzas de lluvia se iban desvaneciendo. Junto al arroyo, en las minúsculas parcelas donde alcanzaba el agua, sembraron los hombres del pueblo escarola, acelgas, alcachofas y guisantes enanos. Otros segaron los cereales de las tierras altas para forrajes verdes y dispusieron las siembre de trigos de ciclo corto. Las yeguas quedaron cubiertas y con la leche de las cabras y las ovejas se elaboraron quesos para el mercado de Torrecillórigo. En las colmenas recién instaladas se hizo el oreo para evitar la enjambrazón prematura y el Nini. El chiquillo, no daba abasto para atender las demandas de sus convecinos:

—Nini, chaval, mira que quiero formar nuevas colonias. Si no cojo trigo, siquiera que coja miel.

—Nini, ¿es cierto que si no destruyo las celdillas reales el enjambre se me largará? ¿Y cómo demontre voy a conocer yo las celdillas reales?

Y el Nini atendía a uno y a otros con su habitual solicitud.

Como decía, en el calendario del Nini no cuentan las fechas, sino un santoral que rige la actividad humana. He aquí algunos de los refranes y expresiones utilizados. Las fechas que van entre paréntesis las añado para que podamos hacernos una idea del fiel retrato que hace Delibes de los elementos naturales:

  • En llegando San Andrés (30 de noviembre), invierno es.
  • Por San Clemente (23 de noviembre) alza la tierra y rapa la simiente.
  • Si llueve en Santa Bibiana (2 de diciembre), llueve cuarenta días y una semana.
  • Si no llueve para Santa Leocadia (9 de diciembre), habrá que resembrar.
  • Pero una vez —para Santa Escolástica [10 de febrero] haría dos años— el abuelo Román se rapó las barbas y enfermó.
  • Desde San Zacarías [5 de noviembre] el hombre y el niño bajaban al cauce cada mañana.
  • Por San Sabas [5 de diciembre] le mordió una rata al tío Ratero.

Las ratas, una admirable lección de conocimiento de la Naturaleza a cargo del maestro Miguel Delibes.