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"Los bosques que llevo dentro"
Juan Goñi es un tipo con suerte. Siendo informático de profesión, ha decidido dar un vuelco en su vida para dedicarse profesional y vitalmente a mostrar su tierra navarra y los bosques que hay en ella, esos bosques que dice orgulloso que lleva tan dentro. De esta forma ha creado una empresa, Mírame! Navarra al natural, en la que ha apostado no sin riesgo por la educación ambiental “como camino para conseguir una sociedad más concienciada con la importancia de conservar los hábitats y ecosistemas que conforman nuestro paisaje.” Con el propósito de defender tanto el paisaje como el paisanaje, organiza lo que llama “salidas de descubrimiento de la Naturaleza”, y de ese íntimo contacto con el entorno y los bosques ha nacido su libro Los bosques que llevo dentro (Tundra, 2015).
El libro habla de silencios y soledades, de la necesidad de escuchar, escuchar a los habitantes del bosque, escuchar para aprender, aprender para conocer y dar a conocer, conocer para amar y respetar, respetar para escuchar. Y así cierra el ciclo. Juan Goñi recomienda sus paseos en contacto directo con el medio natural para los cuales no es preciso tener un conocimiento previo, pero sí una atracción vital por la Naturaleza y un deseo de preservar el bienestar de los hábitats visitados y sus moradores.
Por las páginas de este libro desfilan relatos que destilan belleza, ternura y poesía. En ellos el bosque es fragua de milagros, laboratorio de estaciones, escenario de quietud aparente donde se ocultan los compositores de sinfonías, progenitor de colores, fundador de nuevos linajes. Con un lenguaje cercano, el lector no tendrá reparos en identificarse con las historias contadas. De la primavera —a la que llama Princesa de la Vida— dice que es “una niña mimada, demasiado consentida”. El invierno no es tiempo de soñar, sino de reconsiderar; es tiempo de renovación, de renacimiento, que no es lo mismo que resurrección de lo pasado.
En verano, indolente y perezoso, todo se va aquietando, llega la hora de madurar, de aprender a vivir. Y en otoño, esa primavera que florece hacia dentro, despierta extraños sentimiento de tristeza, o tal vez de nostalgia, de despedidas, de ausencias, de reflexión, pero de una belleza envolvente que te atrapa.
Son demasiado parecidos los sentimientos que dice tener Juan Goñi cuando pasea por sus amados bosques navarros a los que cualquiera de nosotros podemos vivir en nuestras arboledas más cercanas. Pongamos que hablo de las dehesas y pinares de la Serranía de Cuenca, o de un sabinar castellano, o de un castañar cacereño. Da igual, lo importante es llevar el bosque muy dentro.