Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola

Blog

Sentido y sensibilidad... vegetal

Libros

Jonas Salk (1914-1995) fue el descubridor de la vacuna contra la poliomielitis. Al final de su vida hizo una afirmación que no parecía encuadrarse en su campo científico: “Es interesante pensar que si desaparecieran todos los insectos de la faz de la Tierra, todas las demás formas de vida acabarían al cabo de cincuenta años. Pero si todos los seres humanos desapareciésemos de la Tierra, todas las demás formas de vida florecerían al cabo de cincuenta años.” Pues algo así ocurre con las plantas. Su existencia junto a los seres humanos no se inscribe en un plano de igualdad: nosotros no podríamos vivir sin ellas, pero ellas podrían vivir perfectamente sin nosotros, y es posible que con más tranquilidad. Así lo afirman el neurobiólogo Stefano Mancuso y la periodista científica Alesandra Viola en el libro que ahora os recomiendo, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (Galaxia Gutenberg, 2015):

“Si mañana las plantas desaparecieran de la Tierra, la vida humana duraría unas pocas semanas, acaso unos meses, no más. En muy poco tiempo, las formas animales de vida superior desaparecerían del planeta. Si por el contrario fuésemos nosotros quienes despareciéramos, las plantas volverían a apropiarse de todo el territorio que le hemos arrebatado a la naturaleza y, en poco más de un siglo, todos los signos de nuestra milenaria civilización quedarían cubiertos de verde. Esto debería bastar para darnos la medida de la distinta importancia relativa, en términos biológicos, de las plantas y los humanos.”

Bosque de pino albar (Pinus sylvestris)

 

Cuando pensamos en las plantas, cuando queremos establecer sus características definitorias decimos de ellas que son seres vivos que no se mueven, que son insensibles y que carecen de la capacidad de pensar, que no tienen inteligencia. Y, sin embargo, las plantas, contrariamente a la idea extendida entre nosotros, están dotadas de sentidos, incluso más de los que nos imaginamos. De alguna manera, esto ya se viene enseñando en la escuela, aunque de una forma más bien simple. Decimos que las plantas reaccionan a la luz (fototropismo) o a la presencia de agua (hidrotropismo) o incluso a la gravedad de la tierra (geotropismo). Podríamos añadir ese crecimiento de las plantas cuando entran en contacto con otros cuerpos sólidos (tigmotropismo), lo que suele dar no pocas curiosidades emboscadas.

Pero ya se conocen investigaciones científicas que demuestran otro tipo de sensibilidad de las plantas, su capacidad para comunicarse entre ellas y con otros seres vivos, de tener vida social. Recordemos el caso de la meleagria y el herrerillo. Estas investigaciones llegan a hablar de la personalidad de las plantas. ¿Acaso podemos afirmar que son seres inteligentes? Tanto si lo creemos como si no, creo que es razón suficiente para adentrarse más en el fascinante mundo de las plantas y tratar de conocerlas mejor, a pesar de que parecen desempeñar un papel de segundonas en la película de la vida en absurda sumisión al mundo animal. No olvidemos que el 99,7% de la vida sobre este planeta es vegetal.

Helecho común (Pteridium aquilinum)

 

Las plantas llevan aquí en la tierra bastante más que nosotros, nada menos que unos 3.500 millones de años, mientras que la especie humana, con “solo” 200 millones de bagaje terrícola, es, como quien dice, una recién llegada. Sin embargo, en ese tiempo no ha terminado de conocer todo lo relacionado con las plantas, pero sí se ha interesado por escalar a lo más alto de la pirámide ecológica y erigirse en la reina del mambo, cuando en realidad no ocupa ni mucho menos una posición tan privilegiada. El asunto ha llamado la atención de filósofos y científicos desde la antigua Grecia hasta nuestros días. Platón, Demócrito o los mismísimos Linneo o Darwin han sostenido que las plantas son algo más que esos seres aparentemente inmóviles e insensibles, y lo han hecho basados en su genial intuición a pesar de vivir rodeados de prejuicios y creencias. De ello y de los últimos experimentos que tratan de mostrarnos las plantas de una manera diferente nos hablan Mancuso y Viola. Sostienen, entre otras cosas, que las plantas, a su manera, están dotadas de los mismos sentidos que tiene el hombre ¡y al menos otros quince! Son, por lo tanto, seres mucho más sensibles que nosotros. Pueden, además, orientarse en el mundo e interactuar con otros organismos vegetales y con los animales.

Conos masculinos de tejo (Taxus baccata)

Más aún, si entendemos por inteligencia la capacidad de resolver problemas, "las plantas no solo son inteligentes, sino incluso brillantes a la hora de adoptar soluciones con las que hacer frente a las dificultades inherentes a su existencia". Mancuso y Viola nos demuestran que eso de "vegetar", "ser un vegetal" o “quedarse como un vegetal” son expresiones que pierden el significado que hasta ahora tenían y llegan a la conclusión de que debemos concebir la inteligencia como algo connatural a la vida, como algo que todo ser vivo tiene, desde una ameba hasta el ser humano pasando, sí, por las plantas. Las diferencias entre las plantas y las demás formas de vida no son cualitativas, sino cuantitativas.

Nos desvelan igualmente los secretos de la comunicación con otros seres vivos y con ellas mismas, para lo que se sirven de complicadas señales eléctricas, hidráulicas y químicas. De este modo, por ejemplo, la raíz puede enviar información a las hojas sobre la cantidad de agua que hay en el terreno, de forma que se puedan preparar para aumentar o disminuir la transpiración. Y en cuanto a su capacidad para comunicarse con los animales, podríamos recordar las estrategias utilizadas para servirse de ellos en sus procesos de continuidad (polinización y dispersión de semillas). Surgen, además, unas cuestiones no menos interesantes: ¿Pueden las plantas  adquirir una actitud colaborativa o competitiva con sus semejantes? ¿Podría la comunicación vegetal ayudar a erradicar el hambre en el mundo? ¿Sería posible diseñar algún tipo de inteligencia artificial basada en el modelo vegetal?

Queda aún mucho por descubrir. "Se estima que el ser humano conoce apenas el 5 o el 10 por ciento de las especies vegetales del planeta y que de estas extrae el 95 por ciento de todos sus principios medicinales", afirman Mancuso y Viola. ¿No es razón suficiente para seguir profundizando en su mundo?