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Una nueva Era

Libros

Según la mitología griega, Casandra era una sacerdotisa dotada con el don de la predicción, pero a la que nadie creía por una maldición de Apolo. Sin embargo, llegó a presagiar el engaño del caballo de Troya y la posterior caída de la ciudad. Algo parecido le ha llegado a suceder a James Lovelock, padre de la llamada hipótesis Gaia y autor de libros como Las edades de Gaia, Homenaje a Gaia, La venganza de la Tierra o La Tierra se agota, entre otros. Mientras celebra su centésimo cumpleaños, este polifacético científico británico, con un cierto componente de la mítica Casandra, sigue reescribiendo nuestro futuro. Pero, a diferencia de ella, cambia de opinión sobre lo que depara el porvenir. Más de 10 años antes de las altas temperaturas récord de este mes de julio, el Dr. Lovelock le dijo al diario The Guardian que el 80% de la vida humana en la Tierra perecería hacia 2100 debido a la crisis climática. Imaginó un final ficticio de la humanidad en el que “los pocos pares reproductores de personas que sobrevivan estarán en el Ártico, donde el clima sigue siendo tolerable” a finales del siglo XXI.

 

James Lovelock

 

Como científico, la vida del Dr. Lovelock se ha forjado con perspicacia. Inventó un detector de captura de electrones que podía localizar rastros diminutos de contaminantes, como los pesticidas que incitaron a Rachel Carson a escribir el libro Primavera silenciosa en 1962. En casa, construyó instrumentos que terminaron en Marte, ayudando a la NASA a establecer que el planeta rojo no tenía vida.

La imaginación del Dr. Lovelock no se ha reducido, pero su visión se ha vuelto más sombría con el tiempo. Su nuevo libro Novacene: The Coming Age of Hyperintelligence —no publicado en español y que podría traducirse como Novaceno: la llegada de la Era de la Hiperinteligencia— propone que la era antropocena de 300.000 años de dominación humana de la Tierra está terminando. Al margen de que los científicos apunten que el Antropoceno acaba de empezar, Novacene es una nueva era en la que nuestra especie está condenada a un destino peor que aferrarse a la vida en el polo norte como se imaginó anteriormente. En lugar de eso, nos convertiremos en lacayos de robots capaces de pensar 10.000 veces más rápido que los humanos. Nos mantendremos para asegurarnos de que haya temperaturas habitables para estas inteligencias superiores.

 

 

La tesis de Novacene es una extrapolación de la idea innovadora del Dr. Lovelock, que comenzó a desarrollar mientras era consultor en la NASA en la década de 1970, la idea de que el planeta se comporta como un superorganismo. En 1974, él y la bióloga Lynn Margulis propusieron la hipótesis de Gaia, que sostiene que la Tierra está viva de alguna manera. El documento sugiere que nuestro planeta metaboliza y responde a los cambios en su entorno para sobrevivir. En sus libros, el Dr. Lovelock argumentó que los humanos han explotado la Tierra y que la “anciana” nos eliminaría a menos que la tratáramos con mayor reverencia. Por eso comenzará el Novacene, porque una superinteligencia reconocerá que todos los tejidos vivos serán consumidos por la crisis climática y actuará con Gaia para mantener la vida.

Cuando salió a la luz, la hipótesis Gaia conectó de inmediato con el incipiente movimiento verde. Sin embargo, los científicos de mentalidad dura reaccionaron inicialmente como si, como dijo un crítico, el Dr. Lovelock hubiera dejado escapar un “mal olor” en la fiesta del té del vicario. Su atractivo, se burlaron erróneamente, fue para los devotos de la curación por la fe y el misticismo. Pero el Dr. Lovelock se ha aferrado a sus ideas y se ha negado a ser absorbido por el ecologismo. Él respalda la energía nuclear y ha zigzagueado en el calentamiento global, diciendo que algunos libros alarmistas, incluido el suyo, habían hecho predicciones injustificadas. Incluso le dijo a The Guardian: “Tenemos que dejarlo claro a esas personas tan tontas que piensan que podemos salvar el planeta para que cesen y desistan”. ¿Y qué hay de la hipótesis Gaia? El biólogo evolutivo Stephen Jay Gould lo describió como “una metáfora, no un mecanismo”. Su verdad es poética, no literal. Eso muestra cómo el Dr. Lovelock se ve a sí mismo. Es posible que se le vea como al artista británico William Blake (1757-1827) en el siglo XXI, cuyas palabras no son más fiables que el verso, pero no son menos valiosas por ello.

 

 

Mientras tanto, la crisis climática escala enteros y nosotros nos negamos a alejarnos de la catástrofe y la extinción de especies. Informar sobre el medio ambiente es una prioridad. Nos conviene dar a los informes sobre el clima, la naturaleza y la contaminación la importancia que merecen, historias que a menudo no son publicadas por todos los medios de comunicación. Tenga o no similitudes con la deidad griega Casandra, y aunque sus postulados nos parezcan imposibles, no hay razones para no atender a las palabras de James Lovelock.

 

Texto basado en un artículo publicado el 25 de julio de 2019 en The Guardian.