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Ayudando al jardín
Serán cosas del calentamiento global, vete a saber, pero ese viejo dicho de los más ancianos del lugar, eso de que “ya no nieva como antes”, parece haberse instalado entre nosotros como algo normal. Poco a poco vamos asumiendo que en nuestras latitudes la primavera y el otoño son estaciones cada vez más cortas. Pasamos del verano al invierno lo mismo que del invierno al verano, en un suspiro. Pero no por ello las condiciones extremas del clima dejan de provocar sus efectos sobre nosotros y las formas vivas que nos rodean. ¿Sabemos cómo proteger a nuestras plantas de jardín ante una fuerte helada? La sabiduría popular nos enseña el camino.
Una fuerte congelación tiene indudables beneficios, ya que mata algunas malezas persistentes que crecieron en tiempo más benigno, reduce la cantidad de problemas de plagas y proporciona necesidades de enfriamiento para algunas de nuestras frutas templadas. Pero junto con las ventajas, el invierno congela y causa estragos en algunas de nuestras plantas del entorno más cercano. Las que corren mayor riesgo son las anuales de estío y las plantas semi-tropicales que están ganando terreno y popularidad debido a los inviernos templados anteriores. La hiedra, los brezos, las coníferas, el romero o el boj son solo algunos ejemplos de plantas capaces de resistir los avateres del hielo, pero el geranio, la higuera o la hortensia son muy agradecidas, nos alegran el entorno, pero no son resistentes al frío y necesitan una protección especial para superarlo.
Aún no ha entrado el invierno y conviene estar prevenidos ante el frío que vendrá. ¿Qué deberíamos hacer antes de la helada? Las plantas sanas tendrán una mejor oportunidad de salir ilesas durante el invierno. Las plantas y céspedes enfermos, las que cuentan con deficiencias nutricionales, las podas prematuras en el otoño o el césped demasiado cortado serán más susceptibles a las lesiones por frío. Parece claro, por tanto, que las plantas deben estar sanas al comenzar el invierno. Si el suelo está seco y el frío no está precedido por la lluvia, hay que regar el jardín antes de la congelación. El riego 48 horas antes del frío intenso elevará las temperaturas nocturnas en 2 grados. No es bueno excederse. Un suelo empapado no es saludable para las raíces de las plantas y creará enfermedades de la raíz en el futuro.
Unas buenas medidas preventivas son cubrir las plantas sensibles con plástico o tela translúcida, colocar arena o restos de madera alrededor de los troncos de los frutales y llevar las plantas más delicadas al interior. Conviene verificar si hay intrusos en las macetas. Muchos tipos diferentes de invertebrados son posibles ocupantes y tal vez preferiríamos mantener esas criaturas fuera. Si no hay espacio en el interior, tendremos que colocar las macetas en un área protegida –parte este o sur de una estructura o debajo de un árbol–, agruparlas y cubrirlas con mantillo de hojas. Otra opción, en lugar de colocar arena alrededor de los troncos de los árboles sensibles al frío, es envolverlos con periódicos, mantas, goma espuma o aislante, y también las ramas inferiores. Si se usa papel de periódico, el grosor debe constar de varias capas para mejorar el aislamiento. Conviene desenvolver después del hielo para reducir la humedad en los troncos y permitir que la luz del sol caliente la madera.
Si tenemos plantas jóvenes, la mejor protección es construir un mini invernadero a su alrededor. Un sencillo marco de madera cubierto con materiales de tela o un plástico puede ser suficiente. Los materiales de tela funcionan mejor que el plástico, ya que este conduce el frío, por lo que, si las hojas tocan el plástico, el daño se intensificará.
¿Debemos poner en marcha el sistema de regadío durante la época de frío extremo? No. Aunque esto lo hacen los productores comerciales, es poco probable que esta práctica sea beneficiosa para el jardín. Si aplicamos un suministro constante de agua, el resultado final puede ser la pudrición de la raíz o la rotura de las ramas en lugar de resolver un problema. Es más importante regar antes de la helada para ayudar a calentar el suelo.
¿Debemos cosechar las frutas? Las frutas se deben cosechar si las temperaturas caen por debajo de -2°C durante cuatro o más horas consecutivas. Si las frutas no están maduras, hay que dejarlas en el árbol porque no madurarán una vez cosechadas. Si están congeladas, aún se pueden recoger para zumo o mermelada si se usan pocos días después de la helada. Las frutas grandes y de piel gruesa son más tolerantes al frío que las frutas pequeñas y de piel delgada. Las frutas más sensibles a las heladas son las que se encuentran en la parte superior y fuera del árbol. Las frutas muy afectadas por el frío generalmente caen al suelo en pocos días debido al daño sufrido por el tallo. Las frutas ligeramente congeladas e inmaduras generalmente permanecerán en el árbol y se podrán comer.
¿Qué deberíamos hacer después de la helada? Verificar las necesidades de agua de las plantas, regar si parecen estar secas o si hubo fuertes vientos asociados con la congelación, retrasar la poda de las plantas dañadas hasta que aparezca un nuevo crecimiento en primavera. Si la planta se recupera de manera satisfactoria a partir de la raíz, seguiremos adelante y retiraremos las partes superiores dañadas. Estas plantas se suelen podar hasta abajo después de una congelación.
¿Y qué hay del césped? Un césped que se vuelve marrón después de una helada indica que ha entrado en latencia. No hay que alarmarse, esto es normal. A medida que el clima se atempere en primavera, es de esperar que surja un nuevo crecimiento. Mientras tanto, una vez que entra en latencia, ya no se necesita cortar el césped. El riego puede seguir siendo necesario en ausencia de lluvias, pero una vez cada dos semanas debería ser suficiente. No conviene forzar el césped mediante la aplicación de fertilizantes nitrogenados y no extenderlo para eliminar el marrón. Hay que esperar y dejar que la naturaleza siga su curso para ver si el césped se pone verde en marzo o abril. En ese momento, las áreas dañadas serán más visibles y se pueden hacer reparaciones. En todo caso, como dicen los viejos del lugar, ¿por qué no sustituir un césped sembrado por una pradera natural? ¿Por qué no dejar que el suelo se desarrolle en libertad, salga lo que salga?