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Ciudad verde, verde, verde

Relación con la Naturaleza

 

Agua verde, verde, verde, 
agua encantada del Júcar, 
verde del pinar serrano 
que casi te vio en la cuna…

 

En 1927 dedicó Gerardo Diego este Romance del Júcar a su primo Rosendo, administrador de unas propiedades del conde de Peñaranda en Cañete que un buen día invitó al poeta a pasar unos días con él. Pero más allá de esta demostración de cariño, Gerardo Diego debió componer estos delicados versos porque, como escribió el desaparecido Pedro Cerrillo, le fascinó “la ciudad colgada”, tanto que la visitó en varias ocasiones, teniendo como cicerone a Federico Muelas. El poema se publicó el 14 de abril de 1957 en la página 3 del diario local Ofensiva.

 

 

Me pregunto si esta ciudad, que, por cierto, le ha dado su nombre a una calle algo apartada, pero no ha dedicado un pequeño monumento al gran poeta que hizo tan buena difusión del río que la abraza, podría llegar a ser tan verde como el Júcar —y no vale decir que tiene unos cuantos jardines en su interior, porque del estado de conservación de algunos de ellos habría mucho que discutir—. Admitamos, eso sí, que es un lujo encontrar bellezas naturales a pocos metros del asfalto y el cemento, pero ¿es realmente verde su interior? ¿Y cuáles son los magníficos beneficios que se supone aportaría el verde sobre los ciudadanos? Un estudio elaborado por la organización internacional Nature Conservancy nos los muestra.

Imaginemos una ciudad que no está separada de la naturaleza, sino que es parte de ella. No es tan difícil. Podemos aspirar a ciudades donde las personas y la naturaleza prosperen; comunidades verdaderamente florecientes donde el espacio verde no se ve como un lujo, sino como una infraestructura urbana crítica que aborda con eficacia algunos de los mayores desafíos de las ciudades. Para el año 2050, dos de cada tres personas en la Tierra vivirán en una ciudad. Esta migración humana de las vidas rurales a las urbanas no tiene precedentes y se prevé que desembocará en la rápida urbanización de un área terrestre del tamaño de Francia, impulsando la pérdida de hábitats y la degradación de las tierras de las que dependemos para proteger nuestra agua potable y hacer crecer nuestra comida. ¿Nos suena eso de la “España vacía”? Un crecimiento urbano mal planificado podría incluso interferir en la mejor defensa de las ciudades frente a un clima cambiante: los sistemas naturales que secuestran y mitigan los gases de efecto invernadero y ayudan a las comunidades a adaptarse al cambio climático. Conviene recordar aquí el concepto de “isla de calor”. En lugar de abrazar la naturaleza, sin embargo, hemos construido nuestras ciudades y pueblos para trabajar en contra de ella. Un cambio a soluciones naturales puede ayudar a las ciudades a enfrentar innumerables desafíos.

 

 

Una ciudad verde es saludable. El cambio climático hará que las ciudades sean más calurosas y menos habitables, lo que agravará las enfermedades respiratorias y cardíacas. Millones de personas mueren cada año cuando las olas de calor golpean los centros urbanos y sufren los efectos del aire contaminado. Pero los árboles, cuando se plantan en los lugares adecuados, pueden enfriar las calles urbanas y reducir las enfermedades filtrando el aire. La evidencia científica es cada vez más clara: la interacción con la naturaleza se asocia con múltiples beneficios para la salud. Las ciudades inteligentes están planificando la naturaleza como un recurso crucial de infraestructura disponible para sus ciudadanos.

Una ciudad verde sabe adaptarse a situaciones adversas. Las ciudades deben manejar cantidades inmensas de agua de lluvia, corriendo por los tejados y por amplias superficies de cemento que conforman una ciudad moderna. Esta agua puede causar serios problemas de contaminación y contribuir a inundaciones peligrosas durante las tormentas, que son cada vez más frecuentes e intensas. Los espacios verdes urbanos pueden mitigar la contaminación del aire y el calor, gestionar las aguas pluviales y proteger contra los impactos del clima al tiempo que mejoran la vida de la ciudad. La naturaleza puede ayudar a crear ciudades prósperas y adaptables; eso representa un gran retorno de la inversión.

 

 

Una ciudad verde es equitativa. Las ciudades no son el problema: ellas, y las personas que les dan vida, pueden ser la solución para muchos de los desafíos ambientales a los que nos enfrentamos. Las ciudades bien planificadas que incorporan la naturaleza pueden brindar innumerables beneficios al mundo en general. Pero con demasiada frecuencia, los planes urbanos históricamente no han tenido en cuenta la diversidad de las necesidades de las personas en todos los barrios de la ciudad, lo que resulta en la inequidad y el desplazamiento. Hay que trabajar en la unión equilibrada de la conservación y las necesidades de las comunidades con menos recursos.

Una ciudad verde es segura. Los miles de millones de personas que viven en las ciudades dependen del mundo natural para obtener alimentos y agua, y sin una planificación cuidadosa, esta demanda podría hacer insostenible la vida urbana. Solo una de cada cuatro ciudades del mundo podría afrontar la escasez de agua para 2050, si no tomamos medidas ahora. Y cuatro de cada cinco de las ciudades más grandes del mundo podrían mejorar la calidad del agua con la inversión en la naturaleza. Al invertir y mantener la tierra alrededor de nuestras fuentes de agua, podemos crear un futuro más seguro para las ciudades. Al darnos cuenta de que la naturaleza es una infraestructura hídrica vital, comenzamos el camino de darle a la naturaleza el crédito que merece.

 

 

Si una ciudad quiere ser verde, ha de ser consciente de los beneficios que ello puede aportar a sus ciudadanos, abrir la puerta al intercambio de ideas, conocer otras propuestas de éxito en diferentes ciudades y aplicarlas. Nada hay que perder y sí mucho que ganar. Y no hace falta ser una gran ciudad para lograrlo. Las pequeñas también tienen su oportunidad. ¿Se puede ser amante y defensor de la Naturaleza sin salir del asfalto y el cemento de la ciudad? Bueno, la cosa tiene sus limitaciones, pero siempre será más fácil si la ciudad es verde, verde, verde…