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Blog

Hacia la Cañada del Mostajo

Senderismo

El viaje que emprendí hace algunas semanas tenía toda la pinta de ser la metáfora de un regreso. Tras algún tiempo en el dique seco —demasiado largo— por causa de las inclemencias meteorológicas, el retorno al entorno quiso ser una vuelta a los orígenes, a uno de los lugares más queridos, el Arroyo de las Truchas, más concretamente su área recreativa, un espacio que ya ha dejado de ser lo que era tal vez por culpa de oscuras presiones a las que ahora no deseo destinar mi indignación.

Desde este paraje, junto al Refugio de la Mesta, asciendo hacia El Pozarrón y rodeo por el Rincón del Buitre para dirigirme, una vez más, a las Fuentes del Escabas, el origen del río que nos acoge varias veces cada verano. Entro en el valle con el sigilo de quien no desea perturbar el sueño de un recién nacido.

Una alfombra de césped cubre el camino y ayuda a lograr ese objetivo. Cuando el bosque se abre se despliega ante el observador una extensa llanura verde, saturada de luz, belleza y vida, una explosión de vida. La tierra estalla en forma de agua vivificadora. El agua, promesa de vida, parece acostada y el ambiente me invita a realizar un viaje hacia atrás en el tiempo. Discurre en aparente libertad, sin verse encorsetada por cauce alguno. Mis pies se hunden en una pradera de agua.

El resultado de este viaje de retorno se concentra en las imágenes que se presentan a continuación, con la naturaleza como música de fondo. Espero que sus defectos técnicos no sean un obstáculo para su deleite.