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Imprescindible para hacer senderismo
Las condiciones son idóneas para reforzar nuestros vínculos con la naturaleza, para desconectar de la atenazadora rutina, y hemos decidido dar un paseo por el campo. Si esta caminata se transforma en una ruta de senderismo, debemos saber que, tras elegir un sendero y planificar el recorrido, no solo estamos ingresando en la naturaleza, sino en el hogar de una amplia variedad de vida silvestre. Esto nos obliga a ser respetuosos con el entorno y minimizar nuestro impacto. Existe una serie de principios que conviene recordar y tener en cuenta antes, durante y después de nuestro paseo, de modo que seamos capaces de mantener el estado original de la naturaleza.
Las líneas que siguen no tratan de aburrir a nadie con normas básicas sobre cómo caminar de forma segura y no morir en el intento. Si alguien desea seguir adelante y se siente capaz de salir al monte con calcetines de paseo o sandalias, adelante, pero probablemente necesite algo más que revisar una docena de libros de senderismo para corregir esa costumbre si no quiere quedarse con un mal recuerdo de su encuentro con la naturaleza.
1. Mantenimiento: puede ser una obviedad, pero la única forma de prevenir la deshidratación es llevar suficiente agua para todo el viaje. Tampoco llegaremos muy lejos con el estómago vacío. Para las caminatas de un día, conviene llevar bocadillos, fruta, barritas energéticas o frutos secos, que proporcionarán calorías y proteínas.
2. Calzado: No hay nada mejor al caminar que elegir un buen calzado. Dependiendo de la caminata que vayamos a realizar y nuestro gusto personal, hay una variedad de opciones que van desde sandalias livianas hasta botas de montañismo completas.
3. Vestimenta: una vez comprobado el pronóstico del tiempo, hay que vestirse en consecuencia. Cuando hace calor, debemos asegurarnos de que las capas de ropa absorben la humedad del cuerpo, son livianas y brindan algún tipo de protección solar. Para un clima más fresco, nos pondremos más capas en lugar de capas más gruesas para permitir flexibilidad de movimientos y facilitar la regulación de la temperatura. Llevemos siempre un impermeable en caso de inclemencias atmosféricas.
4. Herramientas: no se trata de llevar el martillo y la llave inglesa, sino una navaja convencional o multiusos. No pesa tanto y podría salvar el día, ya sea abriendo una lata o fabricando algún utensilio improvisado.
5. Navegación: muchos excursionistas usan sus teléfonos para navegar en el sendero, y muchos caminos están tan bien marcados que el equipo de navegación real es innecesario. Sin embargo, disponer de un equipo básico y saber cómo usarlo es esencial. Basta con un mapa actualizado —impermeable a ser posible— y una brújula.
6. Primeros auxilios: un sencillo botiquín es esencial para cada caminata. El equipo debe tener, al menos, vendajes, gasa, guantes esterilizados antisépticos, agua oxigenada y un analgésico. El objetivo de cualquier buen botiquín de primeros auxilios es tener las herramientas necesarias para continuar la marcha sin problemas.
Con estos preparativos, y una buena ración de sensatez, ya podemos iniciar nuestro paseo. Utilicemos el camino para eso, pasear, no lo convirtamos en una prueba de velocidad o resistencia. Hemos de integrarnos en el entorno, empapar nuestros sentidos con lo silvestre: la orografía, la vegetación, las nubes, el viento, los puntos cardinales, la luz del sol, los colores y sonidos de la naturaleza. Busquemos las huellas de otros seres vivos que comparten con nosotros el espacio, en el suelo, en una roca, en una rama, en el agua… Rechacemos la idea de que somos el centro del universo, y asumamos que somos un eslabón más en la cadena de la vida. No olvidemos una regla básica: la mejor manera de interactuar con la vida silvestre es no hacerlo en absoluto. No debemos perseguir, tocar, obligar a los animales a huir ni alimentarlos; alimentar a la vida silvestre hace que se vuelvan más vulnerables y dependientes de las personas.
Realicemos breves estaciones de escucha y hagámonos preguntas: ¿En qué sentido caminamos? ¿Hay una inversión térmica? ¿De qué color es la tierra que pisamos? ¿Hay líquenes en la corteza o las ramas de los árboles? ¿Por qué la vegetación es diferente en una ladera que en otra? ¿Por qué hay ortigas en ese lado del camino? ¿Cómo advierten los animales nuestra presencia? ¿Quién vive en ese agujero?
Solo queda dedicar un pequeño esfuerzo para minimizar nuestro impacto en el entorno, tomar fotos, no recuerdos, sin olvidar que nuestro mejor rastro es el que no dejamos. Nuestra supuesta inteligencia ha de ser suficiente para no despreciar la naturaleza.