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La Sierra de la Pila

Senderismo

Como esta semana se celebra el Día Internacional de las Montañas, que este año se centra en la vida en estos espacios elevados, propongo un paseo por la Sierra de la Pila, una especie de gigantesca mano que sostiene en su seno la magnífica hoz del río Huécar.

Nuestro recorrido nace y muere en la pequeña y orgullosa localidad de Palomera. Digo orgullosa porque ha sabido conservar su capacidad de autogobierno sin llegar a depender de otra población. Las casas se distribuyen teniendo como eje el camino que entra desde Cuenca y se dirige hacia Buenache. Aún se conservan algunas casas hechas a la antigua usanza serrana.

Casa serrana

 

La Plaza Mayor, sin embargo, ha perdido aquel olmo viejo que presidiera las reuniones sociales, y ha sido sustituido por una fuente de piedra junto a un pequeño tilo. El río se limita a rozar el pueblo y a pasar bajo un añoso puente de piedra. Este puente es el que cruzamos en nuestro recorrido hacia la Sierra de la Pila.

El camino discurre hermanado al río, que poco a poco se va encajonando en el valle y que parece querer mostrar vanidoso el mismísimo lugar de su nacimiento, en la base del cerro.

Pero antes, una leve senda nos llevará hasta la Cueva del Moro, o de los Moros, o de la Mora, como rezan diversos carteles indicadores, que en esto de los nombres no parece haber acuerdo. Este nombre nos hace pensar en el uso de esta cavidad natural como vivienda de algún miembro de la morisma, pero no existe constancia alguna de ello. Sí viven en su interior pequeños invertebrados, algunas plantas rupícolas y, probablemente, algún despistado murciélago. Animales humanos han causado el expolio de estalactitas que pacientemente ha ido formando el agua filtrada en la caliza.

Cueva del Moro

 

Densos matorrales de majuelo cubren el suelo a los pies del cantil rocoso. Es la parte más umbría de nuestra ruta y el frío de primeras horas de la mañana blanquea las delgadas ramas de estos arbustos, ahora desnudos por la otoñada. Aún se resisten las majuelas a caer y se mantienen engreídas en la planta, pero sin poder evitar el revestimiento de la fina gasa nívea que trae el rocío.

Majuelas (Crataegus monogyna Jacq.)

 

En la ladera opuesta, la solana, se encaraman curiosos numerosos pajares azotados por el sol en las Eras Altas, como queriendo provocar la envidia del caminante.

Una vez cruzado el Puente de la Pasada, el carril se agarra a la ladera para ascender obstinado hasta nuestro destino, la Sierra de la Pila, sobre cuya espina dorsal llanea el camino hacia el oeste. La altura, en la cota de los 1.280 metros, permite otear el valle del Huécar a nuestra derecha y el Barranco del Portillo en la ladera sur. La Tinada de Angelito y la Tinada de Santos se cuelgan del camino asomándose al vacío, testigos mudos de una intensa vida ganadera ya extinta. Un denso bosque tapiza generosamente estos cerros al sur de la Pila, y al otro lado se puede intuir la presencia de la Hoz de San Miguel y la vega del río Moscas.

Barranco del Portillo

 

Ya pasado un camino que desciende al Barranco del Portillo, a punto de quedar a la altura de Palomera, nace un sendero que se desliza hacia el norte, por la ladera repoblada, que nos volverá a dejar a los pies de la Sierra y a la entrada de la sencilla localidad serrana que abre sus puertas al visitante curioso.

La senda, a punto de llegar a Palomera, tendrá que atravesar una zona de caprichosas formaciones calizas. Al fondo, en la ladera opuesta, las Eras Altas, plagada de pajares encaramados sobre el pueblo.