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Muchas de las especies animales más carismáticas del mundo, aquellas que atraen el mayor interés y la más profunda empatía del público, están en alto riesgo de extinción, en parte porque muchas personas creen que su carácter icónico garantiza su supervivencia. Sin embargo, la popularidad de tigres, leones, osos polares o pardos, linces y otros puede contribuir a la caída de la especie. Llevan camino de morir de éxito.
Aun a riesgo de parecer que no tienen otra cosa que hacer, los investigadores se han tomado la molestia de identificar a los diez animales más carismáticos del planeta. Los tres primeros fueron tigres, leones y elefantes, seguidos de jirafas, leopardos, pandas, guepardos, osos polares, lobos y gorilas. Conviene recordar en este punto que los niños son capaces de reconocer especies exóticas mucho mejor que las locales, aunque las exóticas no las hayan visto sino en el zoológico o en la tele. En todo caso, sorprende ver que, aunque estos diez animales son los más carismáticos, una de las principales amenazas que deben afrontar casi todos ellos es la muerte directa por parte de los humanos, especialmente mediante el furtivismo y el trampeo. Esta matanza es tristemente irónica, ya que estamos hablando de algunos de los animales salvajes más queridos.
Muchos de estos animales están tan frecuentemente representados en nuestra cultura y en los materiales de mercado que pueden constituir una “población virtual” engañosa que parece quedar mejor en los medios de comunicación que en la naturaleza. Esto puede conducir a que cualquier ciudadano promedio —y no solo niños, como señalábamos antes— verá más leones virtuales a través de fotos, dibujos animados, logotipos y marcas que en la sabana africana. Sin saberlo, las empresas que usan jirafas, guepardos u osos polares con fines de comercialización pueden contribuir activamente a la falsa percepción de que estos animales no están en riesgo de extinción y, por lo tanto, no necesitan conservación.
No estaría mal que esas empresas que se aprovechan de imágenes de especies amenazadas ofrecieran información para promover su conservación y, quizás, parte de sus ingresos para la protección de las especies. Los esfuerzos de conservación de especies en peligro de extinción son numerosos, y se derivan de una preocupación que no es nada novedosa (1). No podemos decir lo mismo de nuestra responsabilidad, que madura muy lentamente sin dejar de ser fragmentada. La gente se manifiesta a favor de la Tierra o en contra de los toros, a favor de las abejas o en contra del cambio climático, a favor de los derechos humanos o contra la violencia de género. Pero ¿hacemos lo mismo contra la extinción de especies? Me parece que no. Incluso habrá alguien que argumente sobre el sentido que tiene la lucha contra la extinción de especies habiendo el hambre que hay en el mundo. En fin, cada cual es libre de recurrir a la demagogia que quiera.
Somos los mismos que decimos conocer el concepto de especies carismáticas o en peligro de extinción, concepto que hemos leído en la literatura de conservación o que hemos escuchado en los documentales de La 2, los mismos que podemos asumir que los esfuerzos para asegurar su supervivencia se están llevando a cabo por las autoridades y son exitosos. El problema es que parte de la literatura enfatiza la necesidad de ir más allá de las especies carismáticas y centrarse en las menos conocidas, mientras nosotros damos por sentado que los responsables de su conservación están haciendo todo lo posible para salvarlos, cuando apenas saben con certeza cuántos elefantes, gorilas u osos polares existen en la naturaleza. Sería interesante que los futuros responsables de la Naturaleza, los niños, pasaran más tiempo en contacto con ella.
El estado de la mayoría de las principales especies carismáticas es motivo de alarma. Las poblaciones declinan a gran velocidad y su futuro es más que incierto, ya sea por causas humanas o naturales. Quizá sentimos afinidad por las diez especies más carismáticas porque son mamíferos, como nosotros, pero no conviene olvidarse de otras porque todas forman parte de la misma cadena que nosotros. Vendría bien tenerlas en cuenta más allá de usar su imagen en una camiseta o de sustituirlas por un peluche. La aparición de estos simpáticos animales en las tiendas, en las películas, en la televisión y en una variedad de productos parece estar engañándonos para hacernos creer que lo estamos haciendo bien. Pero si no actuamos en un esfuerzo concertado para salvar a estas especies, para evitar la llegada de invasoras, pronto será esa la única manera en que las vean las futuras generaciones.
(1) Tellería, J.L. (2012). Introducción a la conservación de las especies. Tundra, Valencia