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El enano saltarín

Valores

Según cuentan los hermanos Grimm, aquel viejo molinero quiso presumir de hija ante el rey diciendo que "además de bonita, es capaz de convertir la paja en oro hilándola con una rueca". El rey, prendado de la bella molinera y movido por la ambición, se la llevó a palacio, donde la metió en una habitación llena de paja y le ordenó que la convirtiera en oro bajo pena de destierro. En esto apareció un misterioso enano que le ofreció realizar tamaña gesta a cambio de su collar. Cuando el codicioso rey comprobó la maravilla, metió a la joven y desgraciada molinera en otra sala aún mayor repleta de paja, y le volvió a exigir lo mismo del día anterior. Y una vez más apareció el enano dispuesto a hilar paja, esta vez a cambio de una sortija. De nuevo el rey...

                                

Bueno, dejemos el final de esta fantasía para las mentes curiosas y volvamos a la realidad. Una realidad centrada en otro tipo de ambición, la que nos mueve hacia el uso descontrolado de recursos naturales. El consumo desenfrenado que caracteriza al actual modelo de desarrollo puede traer consecuencias ambientales y sociales, pues se ha convertido en seña de identidad de nuestro estilo de vida. Este consumo ya ha sobrepasado la intención de satisfacer las necesidades actuales y no ha tenido en cuenta las de generaciones futuras, es decir, hace tiempo dejó de ser un consumo sostenible.

                  

Resulta extraño decir esto en los difíciles tiempos que corren, pero es que adquirimos tal estilo de vida en épocas de abundancia, y ahora las circunstancias nos empujan hacia otro tipo de comportamiento, más por necesidad que por convicción. No necesitamos tanto para ser felices, para vivir mejor o para tener unas relaciones sociales más satisfactorias.

                          

A pesar de la crisis, seguimos instalados en el cultura del exceso, a veces adquiriendo cosas que no necesitamos para impresionar a los demás, por pura vanidad, por placer, por narcisismo, por ambición o porque sí. A Gandhi se atribuye aquello de “La Tierra es suficiente para todos, pero no para la voracidad de los consumidores”. Como resultado de esta ambición desmedida surgen otros problemas cuya solución exige que la especie humana se ponga de acuerdo: la desaparición de las diversidades (biológica, cultural, lingüística…), el calentamiento climático, la pobreza, el abuso del agua…

Como queriendo dar una vuelta de tuerca a aquella máxima que habla de una Tierra que no es herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos, el biólogo Edward O. Wilson afirmó que “estamos transformando, sin necesidad alguna, el oro que heredamos de nuestros antepasados en paja, y por ello nuestros descendientes nos despreciarán”. El enano saltarín sigue haciendo de las suyas.

En las imágenes dejo algunos enlaces para tratar de refrenar ambiciones desmedidas. Por aquí, un juego para todas las edades y una visión muy particular de lo que nos espera, "El ultimátum evolutivo". 

                         

                                        El ultimátum evolutivo

 

Y debajo se puede ver qué están haciendo con lo que compramos. Muy interesante.