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Energía sostenible para todas las personas

Valores

Está visto que no hay año que se precie que no reclame ser bautizado con uno de esos nombres originales. Este año toca ser el Año Internacional de la Energía Sostenible para todas las personas. Casi nada. Ya nos podemos olvidar del Año Internacional de la Biodiversidad o del Año Internacional de los Bosques. Ahora tenemos que concentrarnos en la energía sostenible.

Aun poniendo en duda la eficacia de estas medidas, el “Año de…” o el “Día de…” solo vienen a servir de recordatorio, de hito sensibilizador ante determinados problemas que, por norma general, vienen afectando a la humanidad. Pero lo menos que podemos hacer, aparte de tomar las medidas adecuadas para minimizar los efectos de esa problemática, es no pasar página de cada una de esas conmemoraciones, seguir teniéndolas en mente de forma constante.

Los principios de esta declaración realizada por la ONU en 2011 ya fueron establecidos en la olvidada Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992), y sirven de base para recordar que, en los países en desarrollo, más de tres mil millones de personas aún dependen de la biomasa tradicional para cocinar y como fuente de calefacción. La celebración de este Año Internacional de la Energía Sostenible para todas las personas tiene sentido porque mil quinientos millones de personas carecen de electricidad y porque millones de pobres no pueden pagar estos servicios energéticos modernos, incluso si están disponibles. El simple hecho de pulsar un botón para encender la luz o docenas de aparatos electrónicos carece de valor para nosotros, pero es algo desconocido para ellos.

El acceso a servicios energéticos modernos y asequibles en los países en desarrollo es esencial para lograr los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio —esos a los que nadie hace caso—, y el desarrollo sostenible, lo cual ayudaría a reducir la pobreza y a mejorar las condiciones y el nivel de vida de la mayoría de la población mundial.

No debería ser necesario recordar la “importancia de invertir en el acceso a opciones de tecnología energética menos contaminante y en un futuro con capacidad de adaptación al cambio climático para todos, así como la necesidad de mejorar el acceso a recursos y servicios energéticos para el desarrollo sostenible que sean fiables, de costo razonable, económicamente viables, socialmente aceptables y ecológicamente racionales, y tomando en consideración la diversidad de las situaciones, las políticas nacionales y las necesidades específicas de los países, en particular los países en desarrollo”, según se dice en la declaración de la ONU.

El Año Internacional de la Energía Sostenible para todas las personas debería servir para sensibilizar sobre “la necesidad de adoptar más medidas de estímulo a la aportación de recursos financieros suficientes, de buena calidad y que lleguen en el momento oportuno, así como para afianzar el apoyo a la aplicación de políticas y estrategias nacionales que combinen, cuando corresponda, un mayor uso de fuentes de energía nuevas y renovables y tecnologías de bajas emisiones, un uso más eficiente de la energía, un mayor uso de tecnologías avanzadas, incluidas tecnologías menos contaminantes para el aprovechamiento de los combustibles fósiles, y el uso sostenible de recursos energéticos tradicionales, así como a un mayor acceso a servicios energéticos modernos, fiables, asequibles y sostenibles”.

Pero para lograr esto hay que creer que todos tenemos derecho al desarrollo. De lo contrario, estaremos empleando energía inútilmente, como casi siempre.