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"Roban, pegan, no nos representan"

Valores

El título de esta entrada va entrecomillado porque no es cosecha propia. Pertenece a la gente sagaz que una vez más atina al reflejar sus sentimientos con una frase corta. Es un eslogan recogido durante las concentraciones de Madrid en torno al Congreso donde dicen trabajar quienes una vez cada cuatro años se afanan por usurpar nuestra voluntad. Y a ellos va dirigida la frase que, por alguna inexplicable razón, me recuerda lo dicho por Ortega y Gasset en La rebelión de las masas: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral.” Comprendo que en cualquier parcela del espectro político hay gente a la que no se puede aplicar esta rotunda afirmación, pero espero que comprendan también que ese es el sentir mayoritario de la población.

Nietzsche tampoco iba a la zaga de Ortega y, para muestra, dos botones: “El cinismo es la forma única bajo la cual las almas vulgares sienten la honestidad.” “El instinto de conservación enseña a los hombres a ser ligeros, volubles y falsos.”

A propósito de mayorías, nuestro Presidente, el que dice serlo de todos los españoles, se desmarca saboreando con fruición un puro en la Gran Manzana neoyorquina, acaso madurando las palabras que pronunció mientras aquí se repartían mamporros: "Mi mayor reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa y que no abre los telediarios". Solo le ha faltado llamarles borregos amodorrados. Tal vez sea su forma de demostrar lo muy compungido que está al tomar las duras medidas que está tomando, pero tal actitud me huele a falta de respeto —y a puro—.

No lo voy a decir más claro que Pedro Almodóvar, pero también me niego a que nadie, por muy Presidente que sea, “se apropie de mi silencio”. Muchos no estuvimos en la concentración del 25-S en Madrid, pero tratamos de buscar información por diferentes medios y abrimos los telediarios. Hemos participado en varias concentraciones, manifestaciones y huelgas porque nos sentimos ciudadanos agredidos desde varios frentes. Nos preocupa la educación porque vemos que la están envolviendo con un sudario mal tejido de calidad antes de acabar con ella, y protestamos por ello —aunque ya me gustaría que fuéramos más—; nos preocupa la sanidad porque somos pacientes que precisamos de unos servicios que están difuminando, y protestamos por ello; nos preocupa el medio ambiente y los problemas que le aquejan, y protestamos por ello, a la vez que tratamos de conocerlo mejor y hacer que otros lo conozcan y lo respeten; nos preocupa el abuso del que somos objeto los funcionarios, y protestamos por ello, a la vez que tratamos de luchar contra la mala prensa que nos acorrala; nos preocupan la injusticia, los malos tratos, la desigualdad…, y protestamos porque no se hace nada por mitigar sus efectos.

Son tantas cosas a las que nos sentimos obligados, más allá de orientaciones partidistas, que debo pedirle a nuestro Presidente, el del puro, que no me incluya entre la inmensa mayoría silenciosa y reclamo mi derecho a no ser un borrego amodorrado porque, aunque no salgo en las portadas de prensa —eso se lo dejo a él y a quienes le soportan el pestazo a puro—, sí me manifiesto y abro los telediarios, aunque solo sea para escuchar sus mentiras.

No me gusta traer al blog temas de política de bajo espectro y deseo no hacerlo más. No pretendo alejarme de los dos temas que constituyen mi particular sistema solar, pero la indignación y el hartazgo son más fuertes que las apetencias. Termino buscando una vez más el apoyo de Ortega y Gasset: “En este país da lo mismo decir una estupidez que una genialidad. Nunca  pasa nada.” Espero que estas palabras que escribo no se ajusten demasiado a su proverbial cita… y que cada vez seamos menos borregos.