Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola

Blog

Hierbas filántropas

Botánica

Este verano he conocido dos plantas nuevas muy parecidas entre sí. Ambas pertenecen a la familia de las rubiáceas (Rubiaceae), una familia muy destacada por la importancia medicinal y económica de algunas de sus especies. Probablemente una de las más conocidas sea la planta del café. De las raíces de algunas de ellas se obtenía un colorante rojo (en latín, rubeus = rojo). Se trata de la raspalengua (Rubia peregrina L.) y el amor de hortelano (Galium aparine L.). Vamos a tratar de conocerlas y diferenciarlas, pero empezaremos por establecer sus semejanzas.

Amor de hortelano (Galium aparine)

Raspalengua (Rubia peregrina L.)

Ambas son hierbas trepadoras porque su tallo, poco sólido pero muy ramificado, carece de la suficiente consistencia para mantenerse en pie. Por ello, deben agarrarse a otras plantas del entorno o a cualquier otro apoyo y trepar. Para lograrlo se sirven de unos diminutos aguijones que cubren tanto las hojas como el tallo y que confieren a la planta esa peculiar textura áspera al tacto que hace que se queden adheridas a todo, tanto la ropa como la piel. Según Quer, Galeno decía del amor de hortelano que era una verdadera amiga del hombre, una filántropa, porque a cuantos pasan por ella los abraza. Y lo mismo podríamos afirmar de la raspalengua.

Ambas hierbas crecen en terrenos incultos, incluso allí donde se tiran escombros. Y ambas tienen las hojas verticiladas y las flores de color blanco a verde amarillento. Sus frutos fueron usados como sucedáneos del café. Pero a medida que nos acercamos se van apreciando las pequeñas diferencias que vemos en este cuadro:

 

 

Raspalengua

Amor de hortelano

Hojas

4-8 piezas por verticilo

coriáceas

6-8 piezas por verticilo

menos coriáceas o no lo son

Flores

cinco lóbulos

cuatro lóbulos

Fruto

globoso, negro

globoso, dividido en dos, verde

cubierto de pelos

Flor de raspalengua

 

Flor de amor de hortelano

 

Añadamos que la función de los aguijones en el fruto del amor de hortelano es facilitar su dispersión al adherirse al pelo de los animales (zoocoria). No es de extrañar, en todo caso, que encontremos nombres comunes que se aplican a ambas especies, como azotalenguas o lapa.

A principios del verano se suele recolectar el amor de hortelano para aprovechar sus numerosas propiedades medicinales: dermopática, diurética, antiespasmódica, antirreumática, depurativa, astringente, digestiva, vulneraria, aperitiva, hipotensora o cicatrizante, entre otras. A finales del siglo XVIII la prescribían contra el escorbuto. Sus principios activos se citan como anticancerígenos en algunos extractos médicos. Los pastores la usaban a modo de colador, para retirar los pelos de la leche.

Fruto de amor de hortelano

Fruto de raspalengua

 

La raspalengua también se conoce como rubia silvestre. Las hojas son muy resistentes, hasta el punto de no marchitarse a pesar de ser cortadas. Suele crecer a pleno sol y soporta grandes variaciones de temperatura, aunque prefiere suelos secos. De hecho es una hierba indicadora de sequedad. En invierno pierde parte de sus ramas y vuelven a brotar en primavera.

He aquí, pues, dos ejemplos más de esas discretas y “despreciables” hierbas que pasan desapercibidas al caminante, pero que han proporcionado multitud de usos y beneficios a las gentes del campo y seguramente aún pueden aportar grandes cosas a la ciencia —si la dejan investigar—.