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El alonguero

Divulgación

Cuando estuvimos en el Castillo de los Siete Condes o de Losamala, pasamos por alto un pequeño detalle. Nos limitamos a situar este legendario lugar en el Río Cuervo, junto al balneario del Solán de Cabras, pero, para ser más exactos, deberemos nombrar este paraje como la Hoz del Alonguero. Este es el nombre que aparece en los mapas, aunque ya se sabe que los topónimos suelen cambiar por otros nombres más utilizados por las gentes del lugar. Así, parece que el término usado por los serranos es Alonjero, y no Alonguero.

Sea como sea, iniciamos el proceso de búsqueda del significado de estos términos, pero no obtenemos resultado. Nuestras pesquisas nos llevan a otro vocablo, el ajonje, que según María Moliner es una sustancia grasa y viscosa que se saca de la raíz de la ajonjera y se ha empleado como liga para cazar pájaros. Y resulta que la ajonjera es una planta de la familia de las asteráceas (Asteraceae), antes nombrada compuestas (Compositae). La ajonjera (Carlina acaulis L.) florece entre julio y septiembre y vive en prados secos de montaña.

Carlina acaulis L. (Fuente: Wikimedia Commons).

 

Debe su nombre genérico a un homenaje que Linneo quiso hacer a Carlomagno, aunque otra hipótesis señala que se trata simplemente de un diminutivo de cardo. Según una antigua leyenda, los ángeles mostraron al rey esta planta y le enseñaron a utilizarla para combatir la peste. Otras versiones pondrán a Carlos V como protagonista de esta historia, que, en todo caso, explica que también se conozca la planta como angélica carlina.

El término acaulis significa “sin tallo”, pues esta hierba no pasa de formar un rosetón que se desarrolla a ras de suelo, sin tallo que la sostenga, o lo tiene tan corto que parece que las hojas y la cabezuela que contiene las flores surgen directamente del suelo. Estas hojas estás profundamente divididas en lóbulos espinosos, y la cabezuela es grande, rodeada de hojas similares a las exteriores y de otras más pequeñas en el interior, que con tiempo húmedo se curvan hacia dentro como queriendo proteger a las pequeñas flores de la inclemencia.

Las hojas interiores protegen a las flores (Fuente: Wikimedia Commons).

 

Pero lo que más interesa para nuestra historia es la raíz, que se recoge en otoño para extraer su pardo jugo pegajoso y fabricar la liga para cazar pájaros. Se cuenta, además, que el extracto de esta resina sirvió para combatir los efectos de la famosa gripe española de 1918, ya que permitía recuperar el apetito y las funciones digestivas de los afectados. Según Font Quer, se preparan 100 gramos de raíz troceada en un litro de vino blanco y se deja en maceración durante cuarenta días.

Por si esto fuera poco, existe otra planta de la misma familia, el ajonje (Andryala ragusina L.), que nos puede llevar por otros derroteros. Esta hierba, endémica de la Península Ibérica y del sureste de Francia, se conoce también como ajonjilla, borraquillas, enjundia, jonjera, mata del visco o pan de conejo. Se trata de una hierba perenne densamente cubierta de una vellosidad blanquecina que le proporciona un nombre más, blanquilla.

Ajonje (Andryala ragusina L.).

 

Tal vez esta pilosidad tenga que ver con el hecho de que en la Serranía se conozca al ajonje como hierba del estornudo. La superstición dice que pisar o mirar esta planta provoca el estornudo. Lo cierto es que esa reacción se produce al estrujarla, pues desprende un polvillo que se introduce en la nariz. Por esta razón se la considera como hierba maléfica o negativa y se ha usado para gastar bromas. No suele superar el medio metro de altura. Las flores se reúnen en capítulos solitarios sobre un largo pedúnculo y de color amarillo intenso. Y aquí viene su posible relación con nuestra historia: sus raíces contienen una especie de goma viscosa que, hervida en agua, se utiliza para cazar pájaros, pero también para aliviar los forúnculos.

Sea como sea, a falta de más información al respecto, podemos pensar que la palabra alonguero o alonjero, que da nombre a la hoz sobre la que se asienta el castillo de Losamala, surcada por el Río Cuervo, hace alusión a aquel lugareño que, armado con una pequeña azada o escabillo, recolectaba la raíz de alguna de estas plantas para fabricar esa tenaz liga pajaricida.