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Mostrar o no mostrar los valores naturales

Divulgación

Es un debate que salta a la palestra con relativa frecuencia: decidir si aquellos lugares recónditos y de interés por su belleza o su necesidad de conservación, así como por la biodiversidad que atesoran, deben darse a conocer al público en general. La pregunta que podríamos hacernos es: ¿Para qué vamos a conservar algo si luego no ofrecemos la oportunidad de disfrutarlo de una forma sostenible y prudente?

Vaya por delante la necesidad de no confundir “uso público” con “uso del público”, que suele quedarse en una mera visita más o menos frecuente del espacio y en el desarrollo de determinadas actividades de tipo turístico o recreativo. Entiendo que el uso realmente público debe revertir en beneficio de la Naturaleza y de las personas que buscan su disfrute. Y advirtamos, de paso, que tanto la mejora del conocimiento necesario para la gestión de un espacio protegido como proporcionar información, formación y sensibilización a través de fórmulas adecuadas forman parte de las cinco prioridades estratégicas de conservación definidas en el Marco de Acción Prioritaria (MAP) español para la Red Natura 2000 durante 2004-2020.

Barranco de los Mosquitos

 

Existen pocos espacios naturales, protegidos o sin proteger, que no merezcan ya el apelativo de humanizados. Si el estado de conservación es delicado, no debe ocultarse, sino mejorarse mediante la adopción de medidas diseñadas por quienes tienen facultades para hacerlo: naturalistas y científicos, y, finalmente, las autoridades debidamente aconsejadas por aquellos. Después, deberán ser los propios usuarios del medio natural quienes se responsabilicen del cuidado de cada centímetro cuadrado que pisan, sin dejan constancia de su paso. Pero si no se dan a conocer tales espacios y tales medidas, mal vamos a preservar la Naturaleza.

Proteger cada roca que pisamos y cada ser vivo que nos acompaña en nuestras caminatas es dar sentido a nuestra vida, al menos de quienes amamos la Naturaleza. Pero este sentimiento debe hacerse más extensivo a través del conocimiento y la educación, de modo que todos seamos capaces de adquirir un compromiso personal hacia lo que nos rodea. No tiene sentido, por tanto, ocultar los valores naturales con la idea de preservarlos y evitar su deterioro. ¿Sabríamos lo que sabemos del lince ibérico, un felino en peligro de extinción, sin los documentales y artículos que se han publicado?

Sierra de Valdemeca

 

Es innegable que siempre habrá desaprensivos incapaces de albergar este sentimiento de conservación y respeto, pero para eso están las mayorías, para tener más fuerza que las minorías. Precisamente la comunicación de los valores naturales debe hacerse para lograr que el día de mañana no haya personas capaces de cometer barbaridades. Y por desgracia cada día nos invaden malas noticias relacionadas con la Naturaleza, pero solemos pasar de largo de las buenas. ¿No sería mejor prevenir el incendio por medio de la comunicación y la educación antes de dedicar ingentes esfuerzos económicos, materiales y humanos en apagarlo?

Deben arbitrarse medidas para promocionar el conocimiento y la difusión de los valores naturales, favorecer la participación de quienes sienten el deseo de disfrutar de esos valores para que la preservación del entorno y su desarrollo tengan garantías de calidad. No se trata solo de una simple cuestión ambiental o ética, sino de una oportunidad para todos. Esto es lo que significa plantear el uso del público con el objetivo de obtener beneficios públicos —tanto del espacio natural como de los usuarios—, de extender la educación ambiental a toda la sociedad, sobre todo si se le hace partícipe de tal uso. La adopción de medidas preventivas no debe estar reñida con la correcta planificación del uso del público, incluyendo la posible colaboración que se le exija. Si a todo esto se añade la correcta atención al usuario, satisfaciendo sus necesidades (informativas, educativas, fisiológicas, etc.) y haciendo que su estancia sea gratificante, habremos logrado el fin último de la conservación de la naturaleza: su revalorización y sentirla como patrimonio personal.

Fuente: castillalamancha.es

 

Hora va siendo de que alguien se vuelva a plantear la apertura o reapertura de los Centros de Interpretación de la Naturaleza que hay en la Serranía de Cuenca, y no dejar que funcione alguno de forma esporádica gracias a la buena voluntad altruista de unos pocos.