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Blog

Una escuela diferente

Educación

Por esas cosas del azar he encontrado un artículo publicado en La Vanguardia el pasado 14 de enero, cuyo contenido nunca quedará obsoleto. Se titula “En Finlandia exigimos más a quien quiere ser docente”. Se trata de una entrevista al profesor Timo Riiho y me ha recordado el viaje que tuve la suerte de realizar a aquel país hace unos años. Ya entonces anoté que no había tanta diferencia entre lo observado y la realidad que vivimos en la provincia de Cuenca. Pude ver que tenemos problemas similares en el medio rural, como la escasez de servicios, el aislamiento, el despoblamiento, las largas distancias, la disponibilidad de recursos tecnológicos, etc., y que planteamos soluciones similares, como la oferta de servicios de transporte y comedor o la enseñanza a distancia. Y sin embargo, había que encontrar una respuesta a la pregunta que seguimos haciéndonos: ¿por qué el sistema finlandés tiene el éxito y la repercusión que todos conocemos? ¿Dónde está el secreto?

En mi opinión, no se trata del sistema educativo, sino de su gestión por parte de las autoridades nacionales y locales, así como de los propios centros y su profesorado. Tanto unos como otros son responsables de los resultados de dicha gestión. En su buen funcionamiento influyen decisivamente otros factores que rodean al sistema educativo, como la formación inicial del profesorado, así como su interés por la formación continua (que consideran una obligación moral), y el apoyo incondicional de las familias a la labor docente. Esto se traduce igualmente en la elevada consideración y respeto del que es objeto el profesorado por parte del propio alumnado, que dispensa el máximo cuidado al mobiliario escolar y a las instalaciones: no vi pintadas o mobiliario en mal estado, sino todo lo contrario, el respeto y la disciplina se respiraban en el ambiente.

El espacio de trabajo del profesorado, su independencia y sus condiciones físicas se atienden con mimo. No es de extrañar, por tanto, que se impliquen totalmente para dar respuesta a las demandas de la población estudiantil. Por ejemplo, uno de los profesores que nos acompañaron durante la visita es profesor de inglés y español de secundaria, cosa que me llamó poderosamente la atención. Ante mi curiosidad, me explicó que sus alumnos comenzaron a tener interés en la lengua española a raíz del éxito de una serie de televisión, por lo que él debió prepararse para impartir esta lengua.

Lo mismo podría decirse del uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Los centros y las autoridades locales son conscientes de la positiva repercusión que tienen en el desarrollo de la sociedad de la información, especialmente en áreas rurales. Hay un compromiso serio para desarrollar un entorno de aprendizaje a distancia, especialmente para atender las necesidades de las redes de la escuela primaria, con herramientas destinadas a facilitar la comunicación a través de Internet y la preparación e intercambio de materiales de estudio, entre otras tareas. Con esto no solo se mejora su imagen pública, sino que ofrece oportunidades de trabajo a la población. No es suficiente, por tanto, con tener los recursos necesarios, sino que hace falta tener la voluntad y la preparación para usarlos como elemento esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Otro detalle importante que refuerza la opinión que trato de exponer es el hecho de que el sistema educativo es considerado como una responsabilidad de toda la sociedad, no del partido político de turno. La educación es realmente importante para todos, y todo lo que afecte a su planificación y desarrollo es el resultado del consenso. La consecuencia es una estabilidad desconocida en nuestras latitudes que es fuente de confianza para toda la comunidad educativa. La sociedad asume la educación como un gran desafío con una dimensión social extraordinaria capaz de transformar a la sociedad. La educación se erige de esta forma en un gran valor social. Dicho de otro modo, el sistema educativo y sus gestores generan credibilidad y, por consiguiente, la sociedad asume su parte de responsabilidad en la educación y participa en ella. La escuela (el conocimiento) se pone al servicio de las necesidades de la sociedad y genera bienestar. Tal vez esto sea el origen de que la escuela se convierta en un reflejo de la sociedad: ese ambiente de respeto que se respira en la escuela se corresponde con los valores que se perciben en la calle, en la carretera, en las tiendas… La sociedad y la escuela caminan en la misma dirección. Y eso es algo que hace tiempo echamos de menos aquí.

Las medidas que ahora se están tomando y afectando negativamente a la escuela pública con la excusa de la crisis están muy lejos de seguir la estela del sistema finlandés, al que tanto parece que miramos. ¿No será que no nos interesa tanto como decimos?