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Inclemencias

Fauna

Dicen que los grupos de edad más extremos —niños y ancianos— tienen mayores dificultades para hacer frente a los rigores invernales. Pero comparada con otras especies animales, la humana no ha salido mal parada, pues ha demostrado ser la más adaptable a todos los entornos imaginables. Ahora bien, ¿cómo lo consiguen las aves que resisten nuestro invierno y se resisten a marchar como hacen otras? Me refiero a especies como carboneros, herrerillos, mirlos, zorzales, pájaros carpinteros, pinzones, petirrojos…

Trepador azul (Sitta europaea)

 

Pues bien, lo primero que hacen es buscar las áreas boscosas, donde las temperaturas —especialmente las nocturnas— son más suaves y la disponibilidad de alimento es mayor. En efecto, la elevada diferencia de temperatura entre la corporal y la exterior puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, de forma más acusada cuanto más pequeña es el ave. Su metabolismo se acelera para mantener la temperatura corporal, por lo que deben aumentar su actividad para conseguir alimento, y esto reduce sus reservas energéticas. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Carbonero común (Parus major)

 

Una de las estrategias utilizadas para ahorrar energía es elegir las zonas boscosas más soleadas. Por tanto, lo mejor será establecerse en bosques caducifolios orientados al sur, pues en ellos el sol se muestra más libre para traspasar las ramas con sus rayos. En este sentido, el calentamiento global podría convertirse en un aliado para estas pequeñas aves, cuyo número se puede ver sensiblemente incrementado en nuestros bosques. Esto, no obstante parece ir contra los resultados de un estudio del Museo Nacional de Ciencias Naturales, según el cual las aves prefieren pasar frío en zonas boscosas y umbrías por miedo a los depredadores, aunque al final viene a confluir en lo que aquí apuntamos.

Mirlo común (Turdus merula)

 

Cabe preguntarse qué hacen estas aves para superar el largo periodo de inactividad y ayuno nocturnos. Aquí se comprende la importancia de acumular suficientes reservas durante el día, por lo que las aves tenderán a buscar la presencia de arbustos espinosos productores de frutos, tales como endrinos, zarzas, rosales o majuelos. Esto, además, supone una eficaz protección contra los depredadores, por lo que siempre van a preferir la cercanía de una zona forestal densa para refugiarse en caso de necesidad. Y todo ello debe producirse allí donde las nevadas y heladas, caso de producirse, sean menos fuertes y persistentes.

Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)

 

Tal vez quienes esto lean comprendan mejor la importancia de conservar el sotobosque espinoso, así como de la colocación en lugares estratégicos de cajas nido y comederos para aves. Después pueden hacer un sencillo ejercicio de imaginación: si yo fuera una pequeña ave forestal, ¿qué lugar elegiría en invierno para buscarme la vida? ¿Umbría o solana?, ¿robledal o pinar?, ¿bosque de troncos finos o gruesos?, ¿laderas escarpadas o suaves?, ¿parte superior o inferior del monte? Tal vez esto nos ayude a comprenderlas mejor y, de paso, recordar que su presencia es un buen indicador del estado de salud del bosque.