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La chinche rayada

Fauna

Cuando se resiste a marchar un calor que muchos apenas si podemos ya sobrellevar, algunas flores se concentran en las zonas más umbrías y resguardadas del sol, donde la humedad de precarias corrientes de agua proporciona un gratificante alivio, donde todavía queda hierba capaz de refrescarse con el madrugador rocío. Quedan para las resecas laderas, baldíos y márgenes de los caminos las hierbas más resistentes al estío, las que se arman con espinas más o menos punzantes y que, a pesar de la canícula, florecen de forma discreta. Son hierbas que suelen pasar desapercibidas a nuestra apresurada mirada, como el cardillo o el cardo corredor. Pero son muy valoradas por algunos insectos que las frecuentan en esta época y que podemos descubrir fácilmente a poco que hagamos un alto en nuestros paseos por el campo. Es el caso de las chinches de campo. Hace poco pasó por estas páginas la chinche asesina y ahora nos visita otra que también lleva el sobrenombre de chinche hedionda, la chinche rayada (Graphosoma lineatum), con su característico cuerpo en forma de escudo, con rayas rojas y negras en el dorso y puntos negros en su parte ventral. Cualquiera diría que es tifoso del Milan.

Esta coloración recibe el nombre técnico de coloración aposemática, del griego apo, lejos, y sema, señal, y suele servir como advertencia a los depredadores de su mal sabor. Recordemos la capacidad de las chinches hediondas para producir una secreción acre con unas glándulas que tienen cerca de las patas posteriores, que no solo mancha las plantas por donde andan, sino que sirve para dar a su cuerpo aplanado un sabor desagradable que hace que un posible depredador se lo piense dos veces antes de atraparlas. Sin embargo, ni el olor ni el llamativo color suponen problema alguno para aves y otros cazadores de insectos.

La chinche rayada es una de las más abundantes y vistosas de su colectivo y, como todas, está ahora en plena madurez. Pertenece al orden Hemípteros, llamado así porque en estado de reposo parece tener solo la mitad de cada ala. Las alas posteriores son siempre membranosas y ambos pares están plegados y aplanados sobre el dorso del cuerpo. En este grupo también se encuentran los pulgones, los zapateros y las cigarras, entre otros.

En estos tórridos momentos nuestra chinche se encuentra en su salsa, alimentándose de plantas —puede constituir una plaga para la agricultura—. Las piezas bucales tienen forma de estilete que mantienen plegado en una especie de canal ventral, como si fuera una funda. Cuando la chinche va a comer, despliega su estilete y lo hunde sobre la planta. Este instrumento succionador está dividido en una parte que aspira los jugos vegetales y otra que bombea saliva hacia abajo, para mezclarla con los jugos. Esa mezcla es realmente el alimento de nuestro personaje. 

En esta imagen puede apreciarse el estilete bucal perfectamente enfundado en el canal ventral.

Pero también está en plena actividad reproductora. El macho se pasea repetidas veces en torno a la hembra, como buscando el lugar y el momento adecuados para la cópula. Una vez fecundada, la hembra pone los huevos, de poco más de 1 mm, en el reverso de una hoja y formando pequeños grupos, como podemos apreciar en esta imagen:

Tras la eclosión, después de 8-10 días, cada nuevo individuo deberá experimentar cinco cambios ninfales hasta alcanzar el estado adulto y la madurez sexual. Cuando llega el frío, hibernan hasta mayo sobre restos de vegetales secos.