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Más cerca del buitre leonado (1)

Fauna

Es una suerte recorrer una de esas trochas que atraviesan los cantiles rocosos de la Serranía y toparse con un nido de buitre o un descansadero retando al vacío. Y es gratificante la observación atenta y silenciosa de ese lugar para constatar lo poco que sabemos sobre esta ave, y que lo que creemos saber puede estar salpicado de errores y mitos que desvirtúan a este animal. Ya tuve ocasión de ponerlo como ejemplo para ilustrar el tema de las bajezas humanas. Pero hay tantas cosas que ignoramos del buitre que conviene acercarse a él para que, conociéndolo mejor, sepamos apreciarlo de otra forma.

Lo primero que observamos es su capacidad para pasar tanto tiempo prácticamente inmóvil en el posadero. Aparentemente está tomando el sol y poco más, pero en realidad puede pasar horas acicalando su plumaje, pluma a pluma, y no porque sea un consumado volador, sino para deshacerse de pequeños restos que han podido quedar tras una comilona. También lo hace para impregnar el plumaje de una capa de grasa que lo mantiene a punto. Vemos, por tanto, que el buitre no tiene nada de sucio, más bien al contrario.

El buitre no es un buen volador, de hecho le cuesta bastante volar, y no es porque sea un perezoso, sino porque no está preparado anatómicamente para batir las alas grácilmente como otras aves. Esta es una de las razones por las que pasa tanto tiempo en los precipicios, pues desde ahí solo tiene que dejarse caer y planear, que eso sí lo hace bien. Para el buitre supone un serio problema levantar el vuelo desde el suelo, con sus 8 o 9 kilos de peso, y especialmente si acaba de comer. Por ello ha tenido que aprender a aprovechar las corrientes de aire y dejarse llevar.

¿Y cómo es el planeo del buitre? Ya hemos dicho que se lanzan al vacío desde su posadero en lo alto de la roca. Pero eso tampoco lo hacen al tuntún, sino que saben esperar a que se formen las primeras bolsas de aire caliente, las llamadas térmicas, que el sol calienta en invierno y en verano. Dentro de una de esas bolsas de aire caliente el buitre planea formando círculos y cuando ha ganado suficiente altura o la bolsa pierde su energía, sale del círculo y comienza un largo y lento descenso, cuidando de no bajar demasiado para no estrellarse. Para evitarlo deberá encontrar otra térmica y volver a empezar. Alguna vez ha pasado eso y se encuentra entonces desamparado en el suelo, en medio de un entorno inhóspito. Si alguien es testigo de este pequeño desastre, debe llamar al 112 para que los agentes forestales se hagan cargo del animal.

Otro detalle que observamos desde nuestro privilegiado otero es que el buitre rara vez está solo. En efecto, es un ave social, cualidad que no tienen el resto de aves rapaces. Y esto también tiene su explicación. El buitre no caza, eso lo sabemos, sino que debe encontrar presas ya muertas, algo que, por cierto, es cada vez más escaso de forma natural. La estrategia que utiliza la colonia es planear por separado, sin batir las alas, pero en contacto visual unos con otros, recorriendo a veces cientos de kilómetros por toda la provincia, mirando con atención hacia el suelo durante varias horas sin perder de vista lo que hace el resto de planeadores. Cuando uno encuentra algo gracias a su buena visión desciende en espiral, lo que supone una señal visual para los demás, que hacen lo mismo planeando hacia el lugar señalado.

(Continuará)