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Blog

Vivir de la mierda

Fauna

Lo escatológico se asoma a estas páginas, aunque en el buen sentido. Tal vez el título de la entrada sea malsonante, pero describe perfectamente el modo de vida de este nuevo personaje, el escarabajo estercolero, o mejor dicho, uno de los muchos escarabajos estercoleros que se dedican a limpiar el campo de excrementos y se alimentan de ellos. Alguien ha utilizado atinadamente la expresión “una vida de mierda al servicio de los ecosistemas” para referirse a este insecto que los científicos han bautizado con el nombre de Scarabaeus laticollis. Veamos por qué.

En general, los insectos que se alimentan de excrementos se llaman coprófagos (del griego copros, heces, y phagein, comer). Nuestro escarabajo no es, por tanto, el único que utiliza los excrementos como vivienda, refugio o alimento, ya sea en su fase adulta o larvaria. Todos hemos visto diferentes especies de moscas o mariposas que viven ocasional o mayoritariamente en o de este sustento. ¿Por qué? Pues porque en él quedan aún sustancias nutritivas mal digeridas por los animales, especialmente herbívoros. Y ya de paso, contribuyen a reciclar la materia orgánica y limpiar el ecosistema. Son los basureros de la naturaleza. Su acción desmenuzadora, como veremos, acelera la labor desecadora del sol y fertiliza el suelo.

Nuestro escarabajo forma parte del grupo de los numerosos escarabajos peloteros que llegaron a ser sagrados en el antiguo Egipto. Su trabajo consiste en amasar con las patas delanteras una pelota con una porción de excremento, que normalmente sobrepasa varias veces —¡hasta 200!— su propio peso, y desplazarla rodando a varios metros de distancia con la ayuda de las patas traseras, más largas que las otras.

En esta imagen observamos el tamaño de la masa con la que trabaja nuestro amigo.

 

Se mueve, por tanto, hacia atrás. Resulta curioso su comportamiento cuando cree haber sido descubierto, como fue mi caso. Al detenerme para tomar algunas de las imágenes que aquí presento, el insecto se quedó inmóvil sobre su bola de estiércol, como queriendo proteger algo que era suyo en exclusiva.

El escarabajo se queda quieto sobre su "tesoro" de excremento.

 

Como decía, el escarabajo empuja su bola con la ayuda de sus largas patas traseras. Se mueve, por tanto, hacia atrás. Cuando encuentra el lugar adecuado, el escarabajo excava un agujero, que será su nido, y entierra su preciado tesoro del que se alimentará y sobre el que la hembra pondrá los huevos, uno o dos. Las larvas ya tienen su primera casa, calor y alimento.

Escarabajo acarreando su comida.

 

Cada coprófago, y posiblemente cada escarabajo, selecciona el tipo de excremento del que desea vivir. Los hay que prefieren los de vaca, mientras que otros buscan los de oveja y otros ungulados, y otros muestran predilección por los de caballo, pero raramente escogen los excrementos de carnívoros, tal vez porque estos digieren mejor los alimentos y dejan menos materia orgánica útil. Cabría preguntarse qué pasaría si estos escarabajos y otros coprófagos no existieran. Pues probablemente las moscas y mosquitos nos comerían como consecuencia de su elevada proliferación al amparo de toneladas de mierda repartida por el campo —hasta 1,5 toneladas por hectárea y año—, lo que resecaría y empobrecería el suelo al pasar tanto tiempo sobre él. Las sustancias nutritivas se perderían por la acción de la lluvia y no se fertilizaría el suelo. Además, los gérmenes patógenos que se desarrollarían en este entorno provocarían la infección de otros animales, domésticos o salvajes. Son, por tanto, eficaces aliados de agricultores y ganaderos. A cambio reciben del campo cada vez más pesticidas químicos que están haciendo disminuir su presencia entre nosotros. Hay quien dice que ahora es rarísimo tropezar con uno de estos limpiadores. Bien podemos decir que si encontramos escarabajos peloteros en nuestros paseos, estamos en un entorno sano y bien conservado.

Espero que quede razonablemente entendida la expresión mencionada al principio. Y quizá también se entienda la importancia de este escarabajo para una sociedad agrícola como la del antiguo Egipto, que llegó a asociar la bola de estiércol y su recorrido empujada por el insecto con el sol y su ciclo.