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Científicas y educadoras
“La mujer es la raíz y el hombre es el árbol. Los árboles sólo medran si la raíz es fuerte.”
Pearl S. Buck
En los albores de la España contemporánea muchas niñas apenas podían finalizar los estudios primarios, y no era nada fácil para una mujer desarrollar unos estudios superiores, menos aún si esos estudios tenían que ver con la rama científica. Tal vez la razón había que buscarla en las concepciones y prejuicios de una sociedad y una cultura encorsetadas por criterios que llevaban pantalones. Sin embargo, algunas mujeres supieron hacer frente a las numerosas dificultades y fueron capaces de abrir caminos más allá del tradicional papel que se les había adjudicado como fértiles madres, laboriosas amas de casa y fieles esposas. Lucharon, pero no siempre vencieron al desconocimiento, la ocultación y el olvido, incluso entre sus propios colegas.
Las maestras desempeñaron un destacado papel en las misiones pedagógicas durante la II República.
Mi particular homenaje a aquellas mujeres que sufrieron la indiferencia ajena me lleva a recordar que la contribución de las mujeres al desarrollo del método científico consistió en plantear que fueran los propios alumnos quienes realizaran el trabajo experimental en el aula, lo cual introdujo una nueva forma de ver el trabajo de laboratorio. O la inclusión en los sistemas educativos del estudio del entorno natural y de las prácticas de educación ambiental. O la necesidad de conectar el currículum con las ciencias del día a día, partiendo de la curiosidad del alumno y de los problemas cotidianos.
A todo ello contribuyeron algunas figuras como Rosa Sensat (1873-1961), que en el inicio del siglo XX elaboró un programa de la asignatura de ciencias en las escuelas normales para maestras, pues aún no se había incluido esta materia en las escuelas de niñas, por lo que con las futuras maestras había que empezar como se haría en las escuelas de primaria. Rosa Sensat se proponía dar conocimientos útiles sobre el mundo natural y su aplicación en la vida diaria. “Es necesario que sepa lo que es el aire, el agua, el porqué de la fabricación del pan, del vino, de la cerveza, del jabón, del vidrio, cómo se extraen los metales, por qué maduran los frutos y otras cosas que vemos diariamente”, decía.
Rosa Sensat
Para Margarita Comas (1892-1973), pedagoga vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, la observación del entorno es el punto de partida de las ciencias experimentales. Margarita Comas fue una de las primeras mujeres que logró los títulos de Licenciada y Doctora en Ciencias Naturales, e impartió docencia en diferentes universidades europeas hasta su exilio final en Gran Bretaña. Impartió numerosos cursos de actualización para maestros y planteó la posibilidad de crear centros de recursos para el profesorado.
Margarita Comas
Dolores Cebrián (1881-1973) fue una de las primeras españolas que puso en práctica la idea de enseñar ciencias al tiempo que se extienden los valores de amor y respeto por la Naturaleza. Justificaba el dibujo de la naturaleza en la escuela como medio de observación e iniciación en el método científico. Invitada por el profesor Gaston Bonnier, al que debemos las famosas claves para la identificación de plantas vasculares, Dolores Cebrián estudió la posibilidad de absorción de carbono desde las raíces. Represaliada tras la Guerra Civil, le fue hurtado su derecho a seguir enseñando y sufrió la reclusión de su marido Julián Besteiro durante años.
Dolores Cebrián con Julián Besteiro
No son ni serán las únicas. Podríamos citar también a Julia Morros, Jenara Vicenta Arnal, Martina Casiano, Concepción Sainz, Pilar Fernández, Matilde García del Real, Teresa Toral, Piedad de la Cierva, Dorotea Barnés, Teresa Salazar, Carlota Rodríguez y tantas otras, cuyo legado queda para que sea conocido y difundido por los amantes de la educación y la naturaleza.