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Blog

Interpretando el entorno

Interpretación de la Naturaleza

Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación. Supongamos que Sócrates se encuentra dando un paseo por cualquiera de las maravillas que atesora nuestro entorno cercano, y lo hace acompañado por un grupo de sus privilegiados alumnos. Probablemente les preguntaría cosas como estas: ¿Cómo ha llegado ese arbusto a crecer encaramado al cantil rocoso? ¿Quién habrá estado comiendo sobre ese tocón? Si el zorro es un animal carnívoro, ¿por qué encontramos semillas en sus excrementos? ¿Quién ha colocado esa piña en la grieta del pino? Tal vez su objetivo no fuera dar lecciones de naturaleza, sino mostrar el lenguaje con el que ella se nos manifiesta. Tal vez quisiera despertar la curiosidad y la capacidad de asombro de sus discípulos, que entendieran que, a pesar de nacer con ellas, son facultades que se pierden si no se atizan de vez en cuando, como se remueven las ascuas de una hoguera para evitar que se apague. Anatole France, Premio Nobel de Literatura en 1921, lo apuntaba en cierta ocasión: “No hay que satisfacer la vanidad intentando enseñar demasiadas cosas. Debemos suscitar la curiosidad de las personas. Es suficiente con abrir las mentes; no es necesario sobrecargarlas. Deja caer sólo una chispa. Si la materia inflamable es adecuada, se encenderá el fuego.”

Ese es, ni más ni menos, el propósito de la interpretación del entorno por medio de la educación ambiental, un campo apenas explorado todavía en España, por más que están proliferando empresas cuya labor se centra en actividades llamadas de multiaventura. En Cuenca, el senderismo didáctico o interpretativo comenzó de la mano del desaparecido Centro de Profesores de la capital, que ahora continúa con ECEA (Espacio Cuenca Educación Abierta). Pero son pocas aún las empresas que incluyen la educación ambiental en su oferta. Poco a poco están cayendo en la cuenta de que su actividad principal se desarrolla durante el verano, menos en primavera y otoño, y prácticamente nada en invierno. Pero la educación ambiental ofrece grandes posibilidades durante todo el año.

GEA es una de esas pequeñas asociaciones movidas por la energía y la ilusión de jóvenes emprendedores que han empezado a creer en la educación ambiental, en la interpretación de la Naturaleza, conscientes de sus innumerables beneficios para la mente y el espíritu humanos. Organizar y realizar actividades de senderismo interpretativo va más allá de ser una simple alternativa de ocio, y para lograrlo con eficacia se dejan llevar de la mano orientadora de expertos en diferentes parcelas del conocimiento medioambiental. Su labor es la de interpretar el entorno para la conciencia y el conocimiento, para la responsabilidad y la toma de decisiones orientadas a la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural.

La semana pasada tuvo lugar uno de esos raros eventos en los que GEA se implicó con la sociedad en la tarea de interpretar un fenómeno natural, la berrea del ciervo, y espero que el éxito alcanzado les impulse para seguir adelante con esa labor  educadora, ese “arte” de comunicar el significado del patrimonio para que los visitantes lo aprecien y adopten una actitud favorable a su conservación. Es muy satisfactorio escuchar comentarios de los participantes como “No pensaba yo que esto fuera así”, o “He conseguido lo que quería”, porque la sensación que queda es que ha merecido la pena el esfuerzo.

Dedicarse profesionalmente a la maravillosa tarea de conocer y dar a conocer lo que nos rodea, interpretarlo, reavivar la llama de la curiosidad, es —debe ser— una de las disciplinas más gratificantes que existen. Servir de inspiración, insinuar, aconsejar, persuadir a los demás de que la conservación de nuestro entorno depende de una comunión estrecha con él si queremos disfrutar de sus valores, es una tarea delicada, pero tremendamente complaciente, casi tanto como el deseo de aprender el lenguaje de la Naturaleza. Acaso fuera esta la íntima pretensión del método dialéctico de Sócrates. Lo dijo Ralph Waldo Emerson: “La naturaleza es un lenguaje y cada nuevo hecho aprendido es una nueva palabra; pero este no es un lenguaje hecho por piezas que cae muerto en el diccionario, sino un lenguaje puesto en conjunto en un sentido significativo y universal. Deseo aprender este lenguaje, no para conocer una nueva gramática, sino para poder leer el gran libro escrito en esa lengua.”

¡Que GEA enhorabuena!

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