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La memoria del árbol

Interpretación de la Naturaleza

Es bastante habitual que encontremos en nuestros paseos por el monte el muñón de lo que en otro tiempo fue el tronco de un árbol. Casi tan habitual como pasar de largo ante semejante hallazgo sin darle la importancia que tiene a la cantidad de información que nos puede aportar. Claro, cuesta tanto hacer un alto, descender de nuestro pedestal de especie elegida y contemplar algo más que a nosotros mismos… Ese insignificante tocón de madera puede contarnos la historia de un árbol, sus periodos de bonanza y penuria, los problemas que tuvo que superar… Caminante, detente, observa y deja que la madera te hable.

Corte de pino albar (Pinus sylvestris).

 

Si el corte no está demasiado dañado por el tiempo, lo primero que advertimos es su estructura y diferente coloración, desde la corteza hasta el corazón o médula. Si observamos con más detenimiento, veremos unos círculos concéntricos o casi concéntricos que forman el tronco del árbol y que corresponden a periodos de desarrollo, generalmente anuales. Son los anillos de crecimiento. Esto significa que cada anillo corresponde a un año de edad del árbol, y consta de dos zonas claramente diferenciadas, una más clara y delgada, generada en primavera, en la que predominan los vasos que conducen la savia bruta hasta las hojas, y otra más oscura y gruesa, generada en verano, de vasos más pequeños y apretados, que forman el tejido de sostén. En general las maderas blandas y resinosas, como la del pino, tienen los anillos más amplios y apreciables que las maderas duras, caso, por ejemplo, de la sabina, el enebro o el tejo.

Corte de sabina albar (Juniperus thurifera). Edad estimada de 70 años. Se puede observar cómo el centro del tronco está desplazado hacia la derecha, tal vez por el empuje de los vientos dominantes, por un crecimiento en ladera o porque la planta buscaba más luz (Fuente: sekano.es).

 

Como sabemos, contar esos anillos de crecimiento nos lleva a averiguar la edad del árbol. Es lo que se llama dendrocronología —del griego dendron, árbol, kronos, tiempo y logos, estudio—, la ciencia que se ocupa de la datación de los anillos de crecimiento.

Veremos también que esos anillos no son iguales, pues unos son más anchos que otros. ¿Por qué? Por la misma razón que los animales engordan o adelgazan, por el mayor o menor aporte de nutrientes. O sea, que un periodo generoso de lluvias permite al árbol absorber más agua y sales minerales y, por tanto, convertir más savia bruta en nutrientes y sustancias de reserva. El árbol “engorda” y crece. Mientras que un periodo de sequía obliga al árbol a echar mano de esas reservas y a crecer menos. El árbol, como buen economista, ahorra energía. Total, que lo de las vacas gordas y flacas también funciona en el mundo de las plantas. Entonces, ya que sabemos esto, podemos averiguar cuándo hubo un año de lluvias abundantes o cuándo se produjo una sequía. ¿Cómo? Contando anillos. Es una forma de ir conociendo la historia del árbol, porque, como dice Hope Jahren (1), la madera de un árbol es su memoria.

Corte de pino rodeno (Pinus pinaster).

 

Es posible observar que los anillos son más gruesos por un lado que por otro, como si las raíces de un lado hubieran trabajado más que las otras. Esto puede indicar varias cosas, y para descifrar el mensaje debemos observar el entorno. Puede ser que en el lado estrecho de los anillos se hayan desarrollado otros individuos tan cerca de nuestro árbol que le hayan hecho la competencia a la hora de comer; cuando son talados los competidores, el crecimiento vuelve a la normalidad. O tal vez el lado de los anillos más anchos está orientado al sur, con lo que la exposición de esta parte al sol fue mayor que la contraria. Pero también podría ser que el árbol perdió una de sus ramas, con lo que su equilibrio interno se rompió, de modo que tuvo que reforzar esa zona para recuperar el equilibrio, y lo hizo durante varios años hasta cerrar la cicatriz de la rama caída. O quizá se debe a que el árbol creció durante unos años en una ladera, lo que inclinó su porte y formó anillos elípticos. Todo esto es algo habitual en los árboles y por ello lo normal es que los anillos de crecimiento no sean perfectamente concéntricos. En todo caso, los datos obtenidos de nuestra observación deben ser tratados con la necesaria precaución, pues se trata de estimaciones.

En los anillos de crecimiento se graban otros factores además de la edad y crecimiento del árbol. Por ejemplo, es posible saber si sufrió una helada, si fue objeto del ataque de una plaga, si padeció un incendio, etc. Observemos la siguiente imagen:

A: Germina la semilla de un pino; pongamos que es el año 1900 en la Serranía de Cuenca.

B: El pino tiene cinco años; su crecimiento es rápido y vigoroso, como nos pasa a nosotros, y los anillos son anchos y concéntricos.

C: Año 1910. El pino crece inclinado en una ladera, por lo que los anillos son más anchos por un lado que por otro.

D: Año 1920. Otros pinos están creciendo cerca del nuestro, lo que hace que los anillos sean estrechos por la competencia.

E: Año 1923. Han talado los pinos cercanos y termina la competencia. Los anillos vuelven a ser anchos y concéntricos.

F: Año 1926. Vaya, un incendio ha dañado parte de la corteza. El pino debe regenerar madera para cerrar heridas y recuperar el equilibrio, lo que le lleva algo más de diez años.

G: Año 1938. La sequía hace de las suyas. El crecimiento se hace más lento y los anillos son muy estrechos.

H: Año 1953. Tras unos años de crecimiento normal, los anillos vuelven a ser estrechos, pero no es por la sequía. Tal vez se produjo el ataque de unos insectos (¿acaso la procesionaria?).

Si paseas alguna vez por Tierra Muerta, al este de la Casa del Prado de los Esquiladores, encontrarás el corte de un gran pino que, aunque no conserva un buen estado, nos muestra algunos acontecimientos históricos acaecidos durante su crecimiento, hechos que nos remontan a comienzos del siglo XVIII. Y no es el más grande. El magnífico Pino del Tío Rojo, muy cerca de este tocón, nos diría que nació en los años mozos de Isaac Newton, y el Pino Abuelo debió nacer al mismo tiempo que Erasmo de Rotterdam o cuando se casaron los Reyes Católicos.

Caminante, sigue tu camino y no dejes de parar de vez en cuando para observar.

 

(1) Jahren, H. (2017). La memoria secreta de las hojas, Paidós, Barcelona