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Ceguera hacia los seres vivos

Relación con la Naturaleza

Reserva dos minutos de tu tiempo para realizar esta sencilla prueba: se trata de confeccionar una relación con los nombres de diez especies de animales y diez de plantas que conozcas. A continuación, reflexiona sobre estas cuestiones. ¿Cuál de los dos listados te ha resultado más fácil completar? ¿Los nombres que has escrito corresponden a especies de tu entorno o las has conocido a través de revistas o la televisión? Es posible que te hayas llevado una sorpresa, pero algo parecido hicieron investigadores de la Universidad del País Vasco con un grupo de jóvenes y descubrieron que la inmensa mayoría no tuvieron problemas en nombrar animales, aunque solo unos cuantos fueron capaces de completar la relación de plantas.

En cuanto a la segunda cuestión, tampoco hay que asombrarse demasiado si entre las especies escritas figuran las que normalmente consideramos como más carismáticas: leones, abetos, osos panda, secuoyas o gorilas, por ejemplo. Ya hace un tiempo leí un artículo que hacía referencia al hecho de que los niños son capaces de reconocer especies exóticas mucho mejor que las locales, aunque las exóticas no las hayan visto sino en el zoológico o en la tele. Robin W. Kimmerer (1) lo dice de otra forma:

 

La mayoría de la gente ignora el nombre de las criaturas con las que convive y, de hecho, muchos apenas se percatan de su presencia. Pero es a través de los nombres que los seres humanos forjamos relaciones no solo con los demás, sino también con el mundo natural.

 

Ahora sigamos con una prueba más. Observa la siguiente imagen y trata de ponerle mentalmente un título:

 

 

Si hubiera ocasión, podríamos comentar diferentes aspectos de la imagen como la razón de ese título, la luz, el momento del día en que fue realizada la foto, la actitud de los animales, el lugar en que se encuentran… Intencionadamente me estoy centrando en los caballos porque parecen ser el motivo más importante de la imagen. Sin embargo, no nos debería pasar desapercibida la existencia de una valla metálica, por lo que también se podría hablar de una engañosa vida en libertad. Como también sería digna de mención la importancia de la pradera para estos y otros animales, o la diversidad vegetal que se percibe al fondo, con un denso bosque de pinos tras una mezcla de quejigos, sabinas, majuelos, agracejos y enebros. Total, que, según parece, ocasionalmente somos incapaces de ver o notar la presencia de ciertos seres vivos que otros centros de atención hacen menos evidentes. Esto es lo que podemos denominar ceguera hacia los seres vivos, y una de sus consecuencias es no reconocer la importancia que tienen para ellos mismos y nuestras percepciones. Por cierto, ¿qué es lo más llamativo de la imagen que encabeza estas líneas?

Eduardo Barba nos abre el camino para reflexionar sobre este asunto en su libro El jardín del Prado (Espasa, 2020), recordándonos la ceguera que tenemos hacia las plantas en las obras de arte. Cuenta, concretamente, que el “término plant blindness fue creado en Estados Unidos a finales de los años 90 para indicar cómo las personas somos capaces de no prestar la más mínima atención a la botánica que nos rodea de manera incesante, incluso estando en mitad de un bosque”. Entiendo que este concepto se puede hacer extensivo al resto de los seres vivos, cuya presencia no apreciamos con frecuencia por considerar, tal vez, que se encuentran en un escalón inferior al que nos hemos adjudicado como especie. Quizá por esta razón tendemos a asignar a las plantas un papel meramente secundario, de comparsa, por debajo incluso del que desempeñan los animales. Si ignoramos a unas y otros en nuestro entorno más próximo, ¿cómo vamos a apreciar las formas de vida o el estado de la naturaleza en un cuadro, por ejemplo?

Propongo para su detenida observación este cuadro que Mariano Salvador Maella pintó en 1785 a Carlota Joaquina, Infanta de España y reina de Portugal.

 

 

Quizá nos llame la atención el vestido —bastante incómodo con toda seguridad—, sus bordados, la jaula sobre una mesa de mármol y patas doradas por delante de unas pesadas cortinas verdes… Seguro que nos damos cuenta del pájaro que la infanta sostiene sobre su mano derecha —¿de qué especie?— y nos resultará curiosa la luz que incide sobre la joven. Pero ¿eso es todo? ¿No se advierten también unos jacintos y unas rosas? ¿Dónde?

 

(1) Kimmerer, R.W. (2021). Una trenza de hierba sagrada. Capitán Swing, Madrid.