Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola

Blog

Un bosque, un santuario

Relación con la Naturaleza

Tras descubrir cómo el bosque proporciona una evasión de las presiones diarias que trae la vida, nada cuesta comprender que la arboleda se convierta en un santuario para quienes sabemos apreciar sus bondades. Los sonidos, los rumores, los juegos de luces y sombras, los silencios, la vida que se mueve casi de puntillas cautivan nuestra atención. Caminar por un bosque calma nuestra mente y nos deja una sensación renovada. Descubramos que explorar bosques nos brinda más tranquilidad y alivio del estrés que cualquier otro tipo de ejercicio.

Caminar por un bosque para obtener beneficios mentales en realidad tiene un nombre específico: baños de bosque. El término puede ser un poco engañoso cuando se interpreta directamente, ya que no implica darse un baño en el bosque, sino sumergirse en un bosque. Un estudio realizado por el gobierno japonés en la década de 1980 muestra cómo los baños de bosque tienen muchos beneficios para la salud. Algo deben saber de esto los japoneses cuando llevan decenios practicando con veneración lo que ellos llaman Shinrin-yoku, baños de bosque, una práctica inspirada en tradiciones sintoístas y budistas. Esta idea nació en la mente del Dr. Qing Li (1), inmunólogo y experto en medicina forestal, un chino que llevó a Japón el concepto de que sumergirse en el bosque o absorber el bosque a través de los sentidos no es un simple ejercicio, o una forma de hacer excursiones, ni una carrera. Se trata de estar en la naturaleza, conectar con ella, logrando inapreciables beneficios para la mente y el cuerpo.

 

 

El libro del Dr. Li es en sí mismo un homenaje a los bosques y la magnificencia de los árboles, con más de 100 fotografías en color de bosques de todo el mundo. Quizá se podría caer en la tentación de incluir el libro en la categoría de “libros de autoayuda”, pero la verdad es que Li no solo ha practicado shinrin-yoku y aconseja cómo hacerlo, sino que también ha estudiado su impacto en la salud de las personas a través de numerosos estudios científicos.

Podemos empezar a percibir tales beneficios desde el momento en que entramos en contacto con la Naturaleza, cuando estamos en armonía con ella, cuando permitimos que la Naturaleza no nos sea ajena. ¿Nos hemos detenido alguna vez a calcular cuánto tiempo pasamos al aire libre? ¿Qué hacemos mientras estamos a cubierto, en casa o en el trabajo, aparte de mirar una pantalla? ¿Nos hemos preguntado sobre las consecuencias de esa actitud?

Pasar tiempo en un bosque reduce los niveles de estrés, disminuye la presión arterial, reduce el riesgo de enfermedades, genera bienestar, transmite energía, mejora tu autoestima, favorece la meditación, levanta el ánimo y estimula la creatividad. Otro estudio realizado también en Japón encontró que los baños de bosque reducen la depresión. ¿Solo eso? No, hay más, pero hay que vivirlo para comprenderlo. Los beneficios para la salud de los baños de bosque son fáciles de obtener, ya que todo lo que se necesita es un paseo entre los árboles que nos rodean —un parque urbano sirve a este propósito— o se encuentran a escasos kilómetros de nuestro hogar. Quien no lo haga es porque no quiere.

 

 

Debido a ese impacto positivo de los bosques en nuestra salud mental y a su capacidad de dejarnos escapar de la realidad durante unas horas, los bosques deben ser preservados. Más allá de sus numerosos beneficios ambientales, sociales, económicos o paisajísticos. Disfrutar caminando junto a un arroyo, observando la vegetación y la fauna de todos los tamaños, descubriendo el tacto de las plantas, sintiendo la tierra bajo nuestros pies, percibiendo las hojas sobre nosotros, olfateando los aromas que llenan el aire o abrazando un árbol para apreciar la vitalidad que corre por su interior es algo cuyo valor apenas sabemos considerar. Ni siquiera siendo conscientes de la rapidez con que un bosque puede desaparecer, de la celeridad con que nuestro santuario mágico se puede disolver.

Hagamos cada uno un breve viaje a través de nuestra memoria hasta aquel bosque que alguna vez hayamos considerado como santuario. Tratemos de imaginarlo consumido por las llamas, atacado por alguna enfermedad o talado para construir en su lugar una carretera o una urbanización. Ese bosque era donde íbamos a relajarnos y a mantener firme nuestra relación con la naturaleza. Ese bosque fue el que tanto bien nos proporcionó cada vez que íbamos a caminar en su seno. Una vez desaparecido o dañado, ¿cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que vuelva a ser lo que era? ¿Volveremos a verlo con el mismo aspecto que tenía antes?

 

 

Proteger los bosques es una causa valiosa de la que deberíamos ser parte. Perder nuestro particular santuario nos haría perder un lugar donde recibir la multitud de beneficios que brindan los bosques. Y lo peor de todo sería que la pérdida fuera provocada por nuestro olvido del bosque. La educación ambiental y la lucha por la conservación presentan la vía perfecta para regresar a la Naturaleza, abogar por los bosques y evitar que ese santuario, y aquellos que se encuentran en el corazón y en la mente de cada uno de nosotros, sean borrados del mapa, de nuestro mapa vital.

 

(1) Li, Qing. (2018). El poder del bosque. Shinrin-Yoku. Roca Editorial, Barcelona