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Estrategias de futuro para la conservación

Valores

Hablar de conservación de la Naturaleza sin ser conservacionista ni ecologista —términos que con frecuencia se solapan y confunden— es como ponerse unos zapatos grandes o comerse un guiso para cuatro. Sin lugar a dudas, ha habido muchos gigantes de la conservación y la ecología que han impulsado la adopción de medidas de gestión, uso y cuidado responsable del entorno, incluidas mentes científicas brillantes y líderes innovadores preocupados todos por lo que van a recibir las futuras generaciones. Su capacidad para realizar propuestas a través de la investigación científica, la opinión pública y la financiación ha sido y es fundamental para el objetivo. Ahora nos enfrentamos a nuevos desafíos de conservación del siglo XXI, como las especies invasoras, el cambio climático o las enfermedades de la vida silvestre, entre otros, que necesitan nuestra atención y recursos inmediatos.

El diseño de una hoja de ruta para para el futuro necesita sus aportaciones, pero también las de cientos de personas con sensibilidad hacia el entorno, voluntarios, ciudadanos de todos los ámbitos sociales. En este punto cabría hacerse algunas preguntas. ¿Hay una mejor manera de practicar conservación? ¿Cómo llegamos a un mundo en constante cambio con recursos limitados de conservación? ¿Cómo nos aseguramos de que la conservación de los recursos de bosques y vida silvestre siga siendo relevante para las personas que ya están implicadas y al mismo tiempo alcance a nuevas personas con exposición limitada al aire libre? ¿Cuál debe ser nuestro plan de acción, paso a paso y año tras año? E igualmente importante, ¿cómo mediremos nuestro éxito, si es que lo logramos?

 

 

La hoja de ruta que se propone en estas líneas, lejos de ser perfecta y siempre labor en marcha, quiere ser la respuesta a algunas de esas preguntas, incluida la forma en que podremos cumplir nuestra misión de conservar los recursos naturales y proporcionar oportunidades de recreación al aire libre. Este plan, propuesto por Sara Parker Pauley, directora del Departamento de Conservación de Missouri (Estados Unidos), contempla cuatro grandes objetivos. Algunas cosas ya se han hecho, pero de algo podemos estar seguros: no se puede conseguir todo sin la ayuda de todos, se necesita el apoyo ciudadano, pieza clave de la conservación, para seguir avanzando.

La conservación del entorno ha de servir para mitigar el implacable chirrido provocado por el desarrollo. Es una oportunidad para que todos compartamos la protección del patrimonio —histórico, natural, cultural, artístico…—. El patrimonio es algo que se traspasa de unos a otros. Qué triste si todo lo que legamos a quienes nos recordarán mañana es ruido, contaminación y cemento. Qué triste es no escuchar la voz de los pájaros, no ver los majuelos en flor, no dejarse asombrar por la majestuosidad de un paredón rocoso, no conocer la historia de un edificio o no saber nada del paso de gentes por una cañada. Esa es la pena que no debemos permitir que ocurra en el futuro. Medidas como el incremento de tierras para su conservación, el desarrollo de humedales, la preservación de espacios naturales y especies en peligro de extinción, el aumento de los bosques, la mejora de la investigación de la vida silvestre, acuática y forestal, el cumplimiento de la ley (y hacer que se cumpla), los programas de información, divulgación y educación ambiental o el control de los incendios forestales, entre otras, deben incluirse en toda hoja de ruta.

 

 

Como he dicho, algunas cosas se han hecho, con mayor o menor fortuna, partimos de una base sólida, pero todo es mejorable. Baste decir que la sensibilización ciudadana aún deja bastante que desear, señal de que las medidas educativas no han sido suficientes. No se trata tanto de pasar un día divertido en el campo a cuenta de tal o cual campaña ecológica. Hace falta más educación, más implicación en las soluciones. Las prioridades que siguen deberían hacer frente a los desafíos que tenemos como sociedad, ya sea urbana o rural, conectada con la Naturaleza o no. Si lo está, que no se desconecte; si no lo está, que se una a la fuerza global. A nadie se le exige que tenga un comportamiento ecologista, pero sí ecológico.

  1. Objetivo 1: Sostener y mejorar los bosques y la vida silvestre, dando prioridad a la restauración de los espacios naturales, cerrando el paso a especies invasoras y las enfermedades, mejorando la gestión del patrimonio, fomentando investigaciones científicamente sólidas, recuperando especies amenazadas y en peligro de extinción.

  2. Objetivo 2: Mejorar la relevancia de la conservación, valorando y adoptando medidas educativas, participando en actividades relacionadas con la naturaleza y el disfrute al aire libre, apoyando a las organizaciones ecologistas, proporcionando información al público, implicando a los ciudadanos en las decisiones, haciendo que se cumpla la ley, sancionando a quienes no la cumplan, ayudando a propietarios y municipios a administrar sus recursos naturales, desarrollando programas de educación ambiental.

  3. Objetivo 3: Conectar a los ciudadanos con el bosque y los recursos naturales, mejorando el funcionamiento de los centros de interpretación, e incrementando su oferta de actividades, usar la tecnología —potenciarla de forma especial en el mundo rural— para conectar a las personas con la información en materia de conservación.

  4. Objetivo 4: Reforzar al personal de vigilancia de la naturaleza y su disponibilidad de atención al ciudadano, asegurando un uso eficaz de los recursos de los contribuyentes, incorporando y formando una fuerza laboral cualificada, aumentar la comprensión de las necesidades y expectativas de los ciudadanos, manteniendo su confianza con transparencia, midiendo los logros conseguidos en conservación

 

 

Vuelvo al comienzo de estas líneas para añadir que albergo escasas esperanzas en que lleguen al puerto apropiado. Es lo que tiene no ser un prestigioso naturalista, no poseer la fuerza convincente de los medios de comunicación, no pertenecer a partido político alguno —suponiendo que esto pudiera suponer una ventaja—, ser un simple ciudadano. Quien quiera ver cómo está lo que nos redea, que vea. Quien quiera escuchar ideas, que escuche. Quien quiera tomar las decisiones adecuadas, que las tome. Pero, sobre todo, quien desee adoptar un estilo de vida ético y diferente, que lo haga.