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Grandes lecciones de niños y jóvenes
Empezó a faltar a clase los viernes, presentándose frente al ayuntamiento de Estocolmo junto a otras personas con un cartel de cartón que decía —y aún dice— Skolstrejk for Klimatet, huelga escolar por el clima. Su síndrome de Asperger no le ha impedido exigir a los políticos que sean responsables, que tomen decisiones, y ha invitado a otros niños y jóvenes de todo el mundo a que hagan lo mismo. Con 15 años, Greta Thunberg se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el cambio climático, tal vez contra la incompetencia de una clase política mundial que no sabe —o no quiere, o no se atreve— hacer frente al cambio climático. Con 15 años Greta, y lamentando faltar a clase por esto, solo desea que se cumplan los hasta el momento inútiles acuerdos mundiales sobre cambio climático. Un gran ejemplo.
Greta se plantó ante el mismísimo Foro de Davos para decir a la cara de los grandes personajes de la política y la economía mundial “ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos. He venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”. Esta fue su intervención, que tituló Our house is on fire (Nuestro hogar está en llamas).
Para seguir esta vía no es necesario —y mucho menos obligatorio— pertenecer a partido político alguno. Basta con tener la suficiente sensibilidad, por no decir dos dedos de frente, para comprender que, de no adoptar medidas, vamos a peor, como señala el sexto informe de la ONU sobre medio ambiente. Nace así otro 15-M, distinto, serio, prometedor. Pero está pasando de puntillas, completamente desapercibido, como si fuera una ocurrencia más de esta juventud alocada que apenas sabe lo que quiere. Mientras tanto, los mayores andamos hipnotizados, idiotizados por una clase política que se niega a hacer frente a los problemas que realmente preocupan a todos —educación, sanidad, trabajo precario, economía, corrupción, fraude—, que mira de reojo a esos jóvenes inquietos —a ver qué hacen ahora— y, si ha menester, sumarse a su peculiar movimiento, no vaya a ser que alguien haga fotos y no salgan en primera fila sujetando una pancarta que no entienden, porque, en realidad, eso del calentamiento global no se percibe como problema. Ande yo caliente…
Parece que la “Juventud por el clima” de todo el mundo sí es sensible y, ya que los mayores no terminamos de asumir que le estamos robando el futuro, se une a Greta Thunberg para darnos una lección de sentido común. En lugar de seguir embobados las andanzas de nuestra ejemplar clase política, con su interminable cantinela de “y tú más”, deberíamos tomar nota de lo que están haciendo estos jóvenes, estar atentos a lo que dicen y aprender la lección que nos están dando.
¿Cómo es posible que todos nos demos cuenta de lo que se nos viene encima menos quienes han de tomar decisiones? ¿Es que la preocupación por su cuenta de resultados no da a los políticos para hacer algo más que caminar con “pasos cangrejiles” como dice Iñaki Gabilondo?
A ver si ese tsunami de las prometedoras generaciones que vienen pisando fuerte barre a tanto incompetente.